A nivel mundial, el glaucoma representa una de las principales causas de ceguera irreversible. Se estima que más de 76 millones de personas viven con esta enfermedad, aunque la mayoría desconoce que la padece, debido a que suele avanzar sin síntomas evidentes en sus etapas iniciales. Esta falta de señales tempranas ha llevado a que el glaucoma sea conocido como "el ladrón silencioso de la vista".
El glaucoma es un grupo de enfermedades que dañan el nervio óptico, generalmente debido a un aumento en la presión intraocular. Si no se detecta y trata a tiempo, este daño puede ser progresivo y permanente, afectando primero la visión periférica y, eventualmente, la visión central.
Aunque cualquier persona puede desarrollar glaucoma, existen factores que aumentan el riesgo, tales como:
Una de las principales herramientas para prevenir la ceguera por glaucoma es el examen oftalmológico regular, especialmente en personas con factores de riesgo. Una revisión ocular completa puede incluir la medición de la presión intraocular, la evaluación del nervio óptico y pruebas del campo visual.
Aunque el glaucoma no tiene cura, su progresión puede detenerse o ralentizarse significativamente si se detecta a tiempo. El tratamiento puede incluir:
La lucha contra el glaucoma comienza con la información y la prevención. Acudir regularmente al oftalmólogo, especialmente después de los 40 años o si se tienen antecedentes familiares, puede marcar la diferencia entre conservar la visión o perderla de forma irreversible.
El glaucoma no avisa, pero sí se puede prevenir. La clave está en la detección temprana.