El avance de la obesidad en México ha generado consecuencias alarmantes en la salud pública. No solo ha incrementado de manera significativa los casos de enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, sino que también ha puesto una enorme presión sobre el sistema de salud nacional.
Según diversas estimaciones, el país enfrenta un gasto anual multimillonario en el tratamiento de afecciones derivadas de la obesidad, lo que no solo afecta la sostenibilidad del sistema de salud público, sino que también tiene un impacto negativo en las familias mexicanas. Estos costos, tanto directos como indirectos, reflejan una de las principales preocupaciones en materia de salud pública, ya que la obesidad se ha convertido en un factor determinante para el aumento de enfermedades crónicas, cuyo tratamiento requiere de recursos considerables.
Además del daño a la salud de los individuos, este problema supone una carga económica que compromete los esfuerzos para mejorar el bienestar de la población y plantea un desafío urgente para la implementación de políticas públicas efectivas que fomenten hábitos de vida saludables y la prevención de enfermedades relacionadas con la obesidad.