El senderismo es una actividad recreativa que permite conectar con la naturaleza, mejorar la salud física y mental, y explorar paisajes impresionantes. Sin embargo, a pesar de sus beneficios, también conlleva ciertos riesgos que deben tomarse en cuenta para disfrutar de una experiencia segura.
Uno de los principales riesgos es la deshidratación y el agotamiento físico, especialmente en rutas largas, con climas extremos o con poca sombra. Muchas personas subestiman el esfuerzo físico requerido y no llevan suficiente agua o alimentos energéticos.
Las lesiones físicas como esguinces, torceduras o caídas son también comunes, sobre todo en terrenos irregulares o resbaladizos. El calzado inadecuado y la falta de calentamiento previo aumentan la probabilidad de sufrir estos accidentes.
También se debe considerar la posible presencia de fauna silvestre peligrosa, como serpientes o insectos, así como el riesgo de aludes o desprendimientos de rocas en zonas montañosas.
Por último, hacer senderismo en solitario aumenta la vulnerabilidad. Es mejor practicarlo acompañado o, en su defecto, avisar a alguien la ruta y el horario planeado.
En conclusión, el senderismo puede ser una experiencia muy enriquecedora si se realiza con responsabilidad. Prepararse adecuadamente, conocer la ruta, llevar el equipo correcto y respetar la naturaleza son claves para evitar riesgos y disfrutar plenamente del camino.