En pleno siglo XXI, la tecnología se ha posicionado como un pilar indispensable en la vida cotidiana. Celulares, audífonos, redes sociales, videojuegos, inteligencia artificial... todas estas herramientas han transformado radicalmente la manera en que las personas se relacionan, trabajan y viven. Sin embargo, detrás de cada pantalla brillante se esconde una realidad inquietante: la creciente deshumanización del ser humano frente a la hiperconexión digital.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para el año 2023, el 81.2% de la población mexicana alrededor de 97 millones de personas tenía acceso a internet. Asimismo, el 81.4% de los ciudadanos mayores de seis años utilizaban un teléfono celular.
Si bien el avance tecnológico ha traído múltiples beneficios, el uso excesivo y desmedido de estos dispositivos ha generado una serie de consecuencias físicas, mentales y sociales que no pueden ignorarse.
Gabriel Amavizca, experto en salud mental, afirma que "un zombi es alguien que está muerto en vida, que se mueve, actúa, pero no siente". Hoy, muchos se han convertido en zombis tecnológicos. Dolores de cuello, insomnio, problemas visuales, obesidad infantil, ansiedad, estrés y aislamiento son solo algunos de los padecimientos vinculados al exceso de tiempo frente a las pantallas, según la OMS.
Las personas están cada vez más absorbidas por sus dispositivos, perdiendo la capacidad de interactuar y conectarse. Los padres recurren a las pantallas como sustituto de atención, mientras los niños crecen alejados de la realidad social y física.
"La gente se siente mucho más segura atrás de una pantalla o en un teléfono que estando en una conversación real con un ser humano. Además esta parte profesional que nos permite desplegarnos en la vida, salir todos los días conocer personas tener una rutina. Hoy en día se está acabando porque muchas personas están metidas en casas haciendo home Office jugando videojuegos, haciendo todo menos convivir con el mundo" Gabriel Amavizca - psicólogo de la salud
"Hoy tenemos tantas soluciones a la mano, que el cerebro se vuelve perezoso, y un cerebro que no trabaja, puede deprimirse", alertan psicólogos.
Lo más alarmante, sin embargo, es el aislamiento. La tecnología ha conectado al mundo como nunca antes, pero a costa de desconectar a las personas de sí mismas y de los demás.
"Si es importante de manera saludable, utilizar la tecnología como una herramienta, no como una limitante, algo que nos permita avanzar, no algo que no se cierre en una habitación o algo que nos limite del mundo, no algo que nos quite la capacidad de afrontar situaciones que necesitamos en cada día con la tecnología, no es el problema, el uso que le damos, quizás sí" " Gabriel Amavizca - psicólogo de la salud