 
                                    El presidente Donald Trump sorprendió a la comunidad internacional al anunciar que Estados Unidos podría reiniciar sus pruebas de armas nucleares, una decisión que pondría fin a más de tres décadas sin detonaciones y modificaría de forma radical la política nuclear estadounidense.
La declaración llega en un momento en que otros países, como Rusia, China y Corea del Norte, han intensificado el desarrollo y las pruebas de sus arsenales atómicos.
En su plataforma Truth Social, Trump afirmó haber instruido al Departamento de Guerra para iniciar nuevas pruebas "en igualdad de condiciones" con otras potencias.
Sin embargo, especialistas aclararon que el arsenal nuclear estadounidense no depende del Departamento de Defensa, sino del Departamento de Energía y la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, encargados de supervisar estos ensayos desde 1977.
Actualmente, Rusia cuenta con 5 mil 580 ojivas nucleares y Estados Unidos con 5 mil 225, según la Asociación de Control de Armas con sede en Washington. Entre ambas naciones concentran casi el 90% de las ojivas atómicas del planeta. De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, Estados Unidos tiene mil 770 ojivas desplegadas y mil 930 en reserva, mientras que Rusia mantiene mil 718 desplegadas y 2 mil 591 en reserva.

El último ensayo nuclear de Estados Unidos ocurrió el 23 de septiembre de 1992, como parte de la Operación Julin en el Sitio de Seguridad Nacional de Nevada, a unos 105 kilómetros de Las Vegas. Desde entonces, el país se ha apoyado en simulaciones computacionales para garantizar el funcionamiento de sus armas, y ha mantenido su compromiso con el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares, firmado en 1996.
No obstante, el anuncio de Trump podría tener implicaciones graves. Expertos en no proliferación advirtieron que una nueva prueba estadounidense podría desencadenar una reacción en cadena, alentando a otras potencias a hacer lo mismo y provocando una nueva carrera armamentista. "Una prueba de Estados Unidos podría desestabilizar la seguridad global y acelerar la competencia nuclear", alertó el Boletín de Científicos Atómicos.
El posible regreso de las pruebas también representa un desafío logístico. Los sitios de ensayo en Nevada no se utilizan desde hace más de 30 años, y reactivarlos requeriría entre dos y cuatro años de preparación. Durante la década de 1960, en esos terrenos llegaron a trabajar cerca de 20 mil personas para organizar las detonaciones, pero esa infraestructura ha desaparecido casi por completo.
De concretarse, el reinicio del programa nuclear estadounidense marcaría un giro histórico. Más allá de los argumentos técnicos o estratégicos, analistas coinciden en que el anuncio tiene un fuerte componente político y podría redefinir las relaciones de Estados Unidos con las principales potencias del mundo, en un contexto global donde las amenazas nucleares vuelven a ocupar el centro de la escena.