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01 de Mayo del 2025
Cultura

¿Más verde, más caro? El costo del mercado eco-amigable

¿Más verde, más caro? El costo del mercado eco-amigable

Con la creciente conciencia sobre el impacto de actividades humanas como el uso de plásticos o la tala de árboles para construcciones, surgió un mercado enfocado en reducir estos daños, dando paso a un nuevo sector económico



En los últimos años, ser consumidor en México también ha significado ser más consciente del impacto ambiental. Cada vez vemos más productos eco-friendly invadiendo el mercado: envoltorios de alimentos, cepillos de dientes, popotes? lo que antes era 100% plástico ahora tiene su versión "verde".


Sin embargo, ser más amigable con el planeta suele salir más caro. Por ejemplo, un paquete de bolsas plásticas comunes cuesta alrededor de 138 pesos, mientras que su versión biodegradable puede llegar hasta 268 pesos.


Esta diferencia de precios se debe a que las bolsas de plástico convencionales son muy duraderas y no se descomponen fácilmente, lo que provoca la acumulación masiva de desechos plásticos en vertederos y ecosistemas.



En cambio, las bolsas biodegradables se descomponen más rápido y están hechas de recursos renovables, lo que las hace menos dependientes del petróleo



No obstante, algunas de estas bolsas pueden liberar metano, un gas de efecto invernadero, cuando se descomponen en condiciones de baja oxigenación.


Aunque son menos perjudiciales que las de plástico, la producción de bolsas biodegradables también consume recursos naturales y energía.



Según el informe "Mercado de plásticos biodegradables por tipo e industria de uso final", se estima que este mercado pasará de 12,920 millones de dólares en 2024 a 33,520 millones en 2029, con una tasa de crecimiento anual (CAGR) brutal de 21.3%



El cambio hacia una vida eco-friendly también se ha reflejado en los vehículos. Los autos convencionales funcionan quemando combustible o diésel, lo que genera gases de efecto invernadero y depende de combustibles fósiles como el petróleo.


En respuesta a esto, apareció su contraparte verde: el vehículo eléctrico. Estos autos funcionan gracias a la energía almacenada en una batería recargable, lo que significa que no emiten gases tóxicos durante su uso.


Sin embargo, no todo es tan ecológico como parece. Más allá de la diferencia de costos ?por ejemplo, un Toyota Corolla que usa gasolina tiene un precio desde $421,100, mientras que un Nissan Leaf eléctrico, con características similares, tiene un costo desde $550,000?, los autos tradicionales tienen una mayor durabilidad, ya que muchos motores antiguos bien cuidados pueden durar décadas.



Por otro lado, la fabricación de baterías para autos eléctricos requiere minerales como litio, cobalto y otros recursos cuya extracción genera un fuerte impacto ambiental



Durante el proceso se libera polvo tóxico y metales pesados que se acumulan en el aire, el suelo y el agua. Además, en las zonas mineras pueden ocurrir filtraciones de químicos peligrosos que contaminan los mantos acuíferos.


La extracción también demanda millones de litros de agua, lo que afecta gravemente a ecosistemas frágiles y especies únicas, como los flamencos andinos. A esto se suma que la electricidad que alimenta estos vehículos no siempre proviene de fuentes limpias; si se genera quemando carbón o gas, simplemente se está trasladando la contaminación de un lugar a otro.



Según Astute Analytica -una firma en consultoría e investigación de mercado- el mercado global de vehículos eléctricos superó los 418.2 mil millones de dólares en 2024 y se espera que alcance unos 72,798 mil millones para 2050, con un crecimiento anual del 21.99% entre 2025 y 2050



La moda, como industria, también encontró oportunidad en el mercado eco-friendly. De acuerdo con el gobierno de México, este sector contribuye a más del 8% del impacto ambiental global y genera más del 20% del desperdicio de agua a nivel mundial.


Para contrarrestarlo, surgió la moda sostenible, una propuesta que busca reducir el uso de recursos naturales en la producción de prendas y fomentar la reutilización de materiales bajo criterios de sostenibilidad ambiental.


La moda sostenible usa materiales como algodón orgánico, lino, cáñamo o poliéster reciclado. En cambio, la moda convencional utiliza telas como el nylon, el acrílico y el cuero sintético, que provienen del petróleo y contaminan mucho durante su producción.



Sin embargo, la moda sostenible enfrenta ciertos retos: sus precios son más elevados y ofrece menor variedad de estilos y tallas.



Por ejemplo, un pantalón sostenible puede costar alrededor de $2,500 pesos, mientras que uno convencional similar puede encontrarse en la red desde $900 pesos o menos.


Además, en la moda tradicional hay una amplia gama de diseños, colores y tallas, debido a su producción industrial masiva y su enfoque en costos bajos.



Según Statista, la moda sostenible generó 8,170 millones de dólares a nivel mundial, representando el 4.7% de la facturación global de la industria. Se espera que el valor del reciclaje y la reconfección en la moda llegue a 16,000 millones de dólares para 2030


La energía solar espacial, como los paneles solares, son quizá las más representativas y de las primeras en implementarse en México.


Su objetivo principal es generar electricidad a partir de la luz solar, lo que evita la emisión de gases de efecto invernadero y reduce la necesidad de quemar combustibles fósiles. Sin embargo, uno de los principales retos que enfrentan actualmente es su costo.


Instalar paneles solares en una casa de 4 personas puede ser una inversión significativa, pero con el tiempo, se convierte en una excelente opción para reducir costos de electricidad.



Si cada panel solar cuesta alrededor de 12,799 pesos, y se necesitan 8 paneles de 270 w para cubrir el consumo promedio mensual de 500 kWh, el costo total de los paneles sería de 102,392 pesos



Además, se deben considerar otros equipos como el inversor (aproximadamente 32,000 pesos), la estructura de montaje (7,000 pesos), y los accesorios (4,000 pesos), además de las baterías si se busca autonomía total, lo que incrementa el costo total a 183,392 pesos.


Con un ahorro mensual de 1,200 pesos en la factura eléctrica, el tiempo estimado para recuperar la inversión sería de 12.75 años. Sin embargo, sin las baterías, la inversión inicial podría reducirse a 145,392 pesos, acortando el tiempo de recuperación a 10 años.



A pesar de este tiempo, los paneles solares tienen una vida útil de 25 a 30 años, lo que representa un ahorro significativo a largo plazo



No obstante, es importante considerar que, aunque los paneles solares ayudan a mitigar la contaminación, su fabricación implica el uso de materiales como silicio, metales pesados y productos químicos. Además, si al finalizar su vida útil no se reciclan adecuadamente, pueden llegar a representar un riesgo ambiental.


Por otro lado, no contar con un sistema de energía solar incrementa significativamente la huella de carbono, lo que contribuye de manera directa a la contaminación del aire y al cambio climático.



Según Global Market Insights, el mercado mundial de energía solar espacial alcanzó un valor de 3,100 millones de dólares en 2024 y se proyecta que crezca a una tasa anual del 7.9 % entre 2025 y 2034



Diversas industrias han identificado en el concepto eco-friendly un mercado en crecimiento, compuesto por consumidores dispuestos a adquirir productos que contribuyan al cuidado del planeta o que representen beneficios personales.


Entre los ejemplos más representativos de esta tendencia se encuentran los productos de limpieza ecológicos -como detergentes libres de fosfatos-, los cosméticos naturales y orgánicos -como cremas sin ingredientes artificiales ni pruebas en animales-, así como la construcción sostenible, que utiliza materiales reciclados como vidrio y concreto.


Si bien adoptar un estilo de vida eco-friendly tiene ventajas, también enfrenta desafíos importantes, como su alto costo, lo que dificulta su masificación.



Aun así, existen estrategias accesibles para reducir nuestro impacto ambiental: reutilizar la ropa, optar por medios de transporte alternativos como la bicicleta o el transporte público, y consumir de manera más consciente pueden marcar la diferencia





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