Dilema estudiar o trabajar afecta a jóvenes
En Durango, como en muchas partes del país, miles de jóvenes enfrentan una difícil decisión: continuar sus estudios o incorporarse al mundo laboral. Las condiciones económicas, familiares y sociales hacen que, en muchos casos, combinar ambas responsabilidades sea insostenible. Esto ha derivado en un fenómeno persistente de deserción escolar, sobre todo en los primeros semestres del nivel superior.
Datos estimados en instituciones locales apuntan a una deserción cercana al 5% en los primeros ciclos escolares. Si bien puede considerarse baja en comparación con la media nacional, se trata de abandonos vinculados a causas estructurales: falta de recursos, escasa orientación vocacional, problemas socioemocionales, rupturas familiares y, en algunos casos, consumo de sustancias.
En este contexto, el Instituto Tecnológico de Durango (ITD) ha identificado patrones similares entre sus estudiantes y ha puesto en marcha programas para intentar retenerlos. Esto incluye cursos de nivelación en materias clave como matemáticas, tutorías, acompañamiento psicológico y ajustes en los planes de estudio para facilitar su conclusión. Además, se han detectado casos donde los jóvenes abandonan la carrera no por bajo rendimiento, sino porque descubren que su vocación está en otro campo académico.
Uno de los enfoques actuales en instituciones como el ITD es la educación integral, que combina formación técnica con habilidades deportivas, culturales y socioemocionales. También se ha fortalecido la vinculación con el entorno laboral mediante certificaciones internacionales, convenios con empresas y opciones de intercambio académico.
"La idea no es solo formar profesionistas, sino personas con herramientas para enfrentar un mercado global cada vez más competitivo", han señalado autoridades del Tecnológico, donde actualmente estudian más de 7 mil jóvenes.
El dilema de estudiar o trabajar no tiene una única solución, pero cada vez es más claro que las universidades deben adaptarse a una realidad donde los jóvenes necesitan flexibilidad, apoyo integral y oportunidades reales para desarrollarse. La permanencia escolar ya no puede medirse solo por inscripciones, sino por la capacidad de las instituciones para acompañar al estudiante en todo su trayecto formativo.
