Familias desconectadas bajo el mismo techo

Aunque comparten el mismo espacio físico, cada vez son más los padres e hijos que viven desconectados emocionalmente. En Durango, especialistas en salud mental advierten sobre un fenómeno creciente: el deterioro del vínculo familiar provocado, en gran medida, por el uso excesivo de redes sociales.

Lo que comenzó como una herramienta para acercarnos hoy se ha convertido en una de las principales causas de aislamiento dentro del hogar, además de aumentar los niveles de ansiedad, estrés y baja autoestima entre niños y adolescentes.

Datos locales revelan que 3 de cada 10 menores presentan algún tipo de problema de salud mental. Sin embargo, muchos de estos casos pasan desapercibidos hasta que los síntomas afectan directamente el desempeño escolar o las relaciones personales. La normalización del malestar emocional retrasa diagnósticos y limita el acceso a atención oportuna.

El problema se intensifica en adolescentes. Alrededor del 40% de los jóvenes entre secundaria y preparatoria experimentan ansiedad, insomnio o irritabilidad, problemas asociados directamente al uso constante de redes sociales y a la presión de proyectar una imagen idealizada en línea. La necesidad de aprobación y la comparación constante con otros genera frustración, inseguridad y, en algunos casos, cuadros depresivos.

A ello se suma la falta de comunicación familiar. Muchos padres, absorbidos por el trabajo, el estrés o incluso por sus propios dispositivos, no detectan las señales de alerta emocional en sus hijos. El contacto humano disminuye y se vuelve más común vivir juntos sin realmente convivir.

El distanciamiento no siempre es evidente. A veces se disfraza de silencio frente al televisor, de cenas sin conversación o de gestos automáticos. El verdadero desafío no es solo regular el uso de la tecnología, sino reconstruir los lazos emocionales que sostienen la salud mental en el hogar.