Los programas de atención infantil temprana en guarderías han demostrado ser una herramienta eficaz para potenciar el desarrollo integral de los niños. Un estudio realizado con una cohorte de 154 menores en Durango reveló mejoras significativas en áreas psicosociales, lingüísticas, motrices y cognitivas en aquellos niños que egresaron de guarderías con programas integrales. Estos hallazgos coinciden con investigaciones a nivel nacional, donde se observó que menores atendidos en centros de desarrollo infantil (Cendi) desde los 45 días de vida presentaron puntuaciones superiores en psicomotricidad, lenguaje, atención, memoria y fluidez verbal, en comparación con otros niños que no tuvieron acceso a estos servicios.
Sin embargo, este panorama positivo se vio gravemente afectado en 2019 cuando el gobierno federal canceló el programa de Estancias Infantiles, que beneficiaba a 330 mil niños en todo el país. La medida, justificada por presuntos casos de corrupción, implicó el cierre del 50% de las guarderías y su sustitución por transferencias directas de 1,600 pesos bimestrales por niño. Este cambio impactó especialmente a zonas marginadas y a familias vulnerables, donde las guarderías no solo representaban un espacio seguro para los menores, sino también una oportunidad para que las madres pudieran incorporarse al mercado laboral.
En Durango, como en el resto del país, la cancelación del programa generó un vacío en los servicios de atención infantil. Organizaciones como el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria y el Instituto Mexicano para la Competitividad alertaron sobre los riesgos que esto implicaba, tanto para el bienestar de los niños, que perdieron acceso a entornos de estimulación profesional, como para los adultos mayores, muchos de los cuales se vieron obligados a asumir el cuidado de los menores.
A pesar de estos desafíos, la evidencia sigue respaldando la importancia de las guarderías de calidad. Estudios longitudinales han demostrado que los niños que asisten a estos centros no solo muestran un mejor desempeño académico durante la primaria y secundaria, sino también menos conductas problemáticas. En Durango, donde persiste la necesidad de espacios seguros y educativos para la primera infancia, resulta urgente replantear las políticas públicas en la materia. La reinstauración de programas integrales, con supervisiones claras para evitar irregularidades, podría ser clave para garantizar el desarrollo óptimo de los menores y apoyar a las familias que dependen de estos servicios.
La experiencia ha dejado claro que las transferencias económicas, aunque útiles, no sustituyen los beneficios de una atención especializada y temprana. Recuperar y fortalecer el modelo de guarderías, con énfasis en la calidad y la cobertura, es un paso necesario para asegurar que los niños duranguenses tengan las herramientas que necesitan para un futuro prometedor.