Leticia no solo perdió a su bebé en uno de los momentos más vulnerables de su vida, también perdió su empleo. Hoy alza la voz para denunciar lo que califica como un acto de injusticia y falta de humanidad por parte de la Secretaría del Bienestar en Durango, donde laboraba hasta finales de abril.
Durante meses llevó un embarazo de alto riesgo. Aun así, asistía a trabajar sin saber que su salud, y la de su hijo, estaban en riesgo. Fue hasta que las complicaciones aumentaron que decidió acudir al ISSSTE, donde le otorgaron una incapacidad médica. Aunque no tenía servicio médico directamente por parte de la dependencia, sí lo recibió gracias a su esposo, derechohabiente del instituto.
"Presenté mi incapacidad, me dijeron que no fuera a trabajar, que me cuidara. Pero todo cambió cuando llegó el nuevo delegado", relata con voz entrecortada. En medio de su embarazo, Leticia fue presionada para regresar a trabajar. Cuando su esposo llevó nuevamente el justificante médico, ya no quisieron recibirlo.
La tragedia la alcanzó poco después: su bebé falleció en el vientre cuando tenía ocho meses y medio de gestación. "Apenas pasaba una semana de lo ocurrido cuando me levantaron un acta administrativa por no presentarme a trabajar. ¿Cómo esperaban que lo hiciera?", cuestiona entre lágrimas.
Leticia asegura que, además de negarle su derecho a una incapacidad por escrito, tampoco se le notificó formalmente su despido. "No hubo oficio, ni correo. Solo silencio. Me quedé sin mi hijo? y sin trabajo", dice.
Hoy no pide privilegios, solo empatía y justicia. "Ser madre no debería ser motivo de despido. Esto que me pasó no es solo mío; puede pasarle a cualquier mujer. No pueden tratarnos así".
Leticia espera que su testimonio abra los ojos de las autoridades y de la sociedad: que detrás de cada baja administrativa, hay una historia, un dolor, y una mujer que merece ser escuchada y respetada.