Durango enfrenta una inflación superior al promedio nacional, que actualmente se sitúa en 4.2% anual. Factores estructurales como la conectividad limitada y los altos costos de transporte han contribuido al aumento sostenido de precios, especialmente en productos alimenticios de consumo diario.
De acuerdo con Arnoldo Gutiérrez Nevárez, vicepresidente de Asuntos Financieros y Mercados de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Durango, el impacto se refleja con mayor fuerza en productos cárnicos. La carne de res ha registrado incrementos que van del 50 al 60%.
Este aumento no sólo afecta el bolsillo de las familias, sino que también están modificando patrones de consumo. Gutiérrez Nevárez señaló que los consumidores han comenzado a reemplazar la carne por opciones más económicas como sardinas, huevo o productos a base de soya, en un intento por mantener el gasto alimentario bajo control.
La situación refleja una presión persistente en la cadena de abasto. La ubicación geográfica de Durango y sus condiciones logísticas elevan los costos de fletes, encareciendo el traslado de mercancías desde los principales centros de distribución del país. Esto genera un efecto acumulativo que termina reflejándose directamente en el precio final que paga el consumidor.
El encarecimiento de alimentos básicos tiene implicaciones más allá del consumo individual. Comercios locales también se ven afectados, ya que deben ajustar precios con frecuencia o absorber parte del impacto para no perder clientela. Esta dinámica debilita márgenes de ganancia y limita la recuperación económica del sector.
Hasta ahora, no se han anunciado medidas concretas para contener la inflación a nivel local. Organismos empresariales han insistido en la necesidad de fortalecer la infraestructura de transporte y mejorar las condiciones logísticas para reducir costos en el mediano plazo. Mientras tanto, el alza de precios sigue alterando la economía de los hogares duranguenses.