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07 de Mayo del 2024

Denuncia

22 de abril la peor tragedia civil en Guadalajara

Pasan los años, los recuerdos de aquellas explosiones ocurridas el 22 de abril de 1992 que se registraron en el Sector Reforma de Guadalajara siguen latentes, permanecen en el corazón y en las cicatrices de los sobrevivientes. Este lunes se cumplen 32 años de las mayor catástrofe ocurrida en la ciudad.

Fueron más de ocho kilómetros de calles devastadas a lo largo del Barrio de Analco, principalmente la calle Gante a su cruce con Nicolás Bravo y Calzada del Ejército. Días previos, vecinos alertaron que desde las alcantarillas emanaba un fuerte olor a gasolina.

"Nos encontramos en la fuente monumento Estela Contra El Olvido", en memoria de las miles de personas muertas, lesionadas y afectadas, en aquellas explosiones del 22 de abril de 1992, el saldo fue devastador, 210 muertes según las cifras oficiales, mil quinientos setenta edificios dañados, cien escuelas afectadas, y seiscientos autos con pérdida total, una fecha que sigue marcando y dejando huella en Guadalajara".

A la fecha hay cifras extraoficiales que afirman que hubo 700 decesos y que al menos hubo 69 personas reportadas como desaparecidas. Días anteriores al siniestro, vecinos de la colonia habían reportado a las autoridades que de las alcantarillas brotaba un fuerte olor a gasolina, además de que observaron vapores saliendo de ellas.

En ese entonces el presidente municipal de Guadalajara, Enrique Dau Flores, dispuso que no era necesaria la evacuación de los habitantes de la zona, mientras éstos seguían llamando al Ayuntamiento, impasibles, para expresar sus temores pues el olor de gasolina no hacía más que solidificarse en el viento.

Las autoridades insistieron en que todo estaba bajo control, y con los mismos argumentos regresaron a la gente a sus hogares, asegurándoles que podían conciliar los sueños. Era la noche del 21 de abril de 1992. La zona metropolitana se fue a dormir sin ser consciente de que la muerte no hacía más que esperar, paciente, bajo sus calles.

Lidia es una sobreviviente de las explosiones, vive en el barrio de Analco. escuchar a su hermano pedir ayuda es el recuerdo que desgarra su corazón en cada ocasión que llega a su mente esa mañana sangrienta.

"Es estarlo recordando siempre y cada año pues más todavía, para nosotros es un aniversario luctuoso porque lo perdimos ése día".

Para Lidia aquel 22 de abril parecía un día ordinario.

"Trabajaba aquí a la vuelta, teníamos un negocio de refacciones familiar, ahí se suscitó la explosión murió mi hermano, quedé enterrada, se acabó el negocio, se quedó todo hay".

Los años pasan, Lidia aún vive con secuelas en su cuerpo.

"Quedé con problema de cadera en ambos fémures y en la columna en la parte lumbar, tengo que tener tratamiento cirugía todavía".

Aproximadamente a las 10:06 de la mañana, en la esquina de la Calzada Independencia y Aldama, ocurrió el primer estallido. Menos de un minuto después, las explosiones destrozaron las calles de Gante y 20 de noviembre, una zona familiar, habitacional. Y, en cuestión de una hora, cerca de 12 kilómetros de calles del Sector Reforma habían estallado ya de modo sucesivo, devorando todo a su paso.

La gente, sin comprender qué pasaba, empezó a correr. Lloraban de terror, gritaban los nombres de sus seres queridos en medio de la marejada de escombros que parecía llegar al cielo. En un instante todo quedó convertido en zona de guerra.

"Ya con el pasar de los años entiendes que tienes que vivir, Dios te deja por algo, así de fácil, aceptas, yo acepto esto".

Las siguientes explosiones se dieron en González Gallo, Gante y Calzada del Ejército, 5 de Febrero y Río Bravo, Río Nilo y la colonia Atlas. La población entera de la zona metropolitana salió a las calles, con los corazones desgarrados por el zarpazo del horror. Hoy, hoy quedan muchas preguntas sin respuestas, 

Las conclusiones oficiales de las explosiones jamás contemplaron fallas u omisiones de Pemex. A pesar de la enorme cantidad de gasolina derramada en el drenaje, jamás se contempló que la fuga se debiera a errores humanos. El gobernador de Jalisco Guillermo Cosío Vidaurri, pidió licencia días después de la explosión. Lo mismo hizo el presidente municipal Enrique Dau Flores y poco después de eso fue detenido.

A 32 años de las explosiones en la época de pascua, esa pascua sombría que tal parece no sana las heridas para muchos, los recuerdos y las imágenes, se quedarán en la eternidad de quienes padecieron la peor tragedia civil en la historia de Guadalajara.







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