La extorsión en México no sólo persiste, va en aumento. Sonora no es la excepción. Aunque el miedo, la desconfianza en las autoridades y el estigma social hacen que muchas víctimas guarden silencio.
En promedio, cada 24 horas al menos 32 personas son extorsionadas en el estado. El delito ha dejado de ser un hecho aislado y se ha convertido en parte del panorama cotidiano. Durante los primeros cuatro meses del año, en Sonora se han registrado 4,882 denuncias por extorsión, lo que refleja una preocupante tendencia al alza.
Estas cifras no solo son alarmantes por su volumen, sino por lo que representan: miles de familias viviendo con miedo, negocios bajo amenaza constante, y una sociedad que, poco a poco, se acostumbra a convivir con la violencia invisible de las llamadas intimidatorias, los cobros por "protección" y los chantajes digitales.
La mayoría de los casos no llegan a los medios ni a los tribunales. La impunidad y la falta de resultados alimentan el silencio. Mientras tanto, el crimen organizado y grupos oportunistas han encontrado en la extorsión una fuente rentable de ingresos, aprovechando la debilidad institucional y el vacío de autoridad en muchas regiones.
En este contexto, resulta urgente que las autoridades redoblen esfuerzos, no solo en el combate directo al delito, sino también en la prevención, atención a las víctimas y reconstrucción de la confianza ciudadana. Porque si la extorsión es ya un secreto a voces, que siga creciendo sin control será, simplemente, una tragedia anunciada.