Desde la entrada en vigor del acuerdo de alto el fuego en la Franja de Gaza, el pasado 10 de octubre, al menos 238 palestinos han perdido la vida, informó este lunes el Ministerio de Sanidad de la región.
Solo el domingo se registraron dos fallecimientos más.
Además de estos dos nuevos decesos, otros ocho cuerpos fueron recuperados entre los escombros de edificios dañados y trasladados a hospitales del enclave, según el balance diario de Sanidad. Desde el inicio del alto el fuego, cerca de 600 personas han resultado heridas por ataques israelíes, mientras que 510 cadáveres han sido rescatados entre toneladas de escombros.
El Ministerio de Sanidad advirtió que un número indeterminado de cuerpos sigue atrapado bajo los escombros, producto de más de dos años de bombardeos que han dejado más de 68 mil muertos en la región. Esto refleja la magnitud de la devastación acumulada, incluso durante los periodos de alto el fuego.
Gran parte de los ataques israelíes en estas tres semanas se han concentrado cerca de la llamada "línea amarilla", una franja imaginaria delimitada en ocasiones con bloques de hormigón amarillo, de la que el Ejército israelí se retiró parcialmente tras el inicio de la primera fase del alto el fuego.

Las autoridades locales advierten que muchos civiles desconocen los límites de esta zona y han resultado alcanzados por disparos israelíes sin previo aviso, lo que ha provocado un número significativo de víctimas entre quienes viven cerca de la línea.
Un episodio particularmente grave ocurrió el 28 de octubre, cuando un bombardeo israelí de al menos 16 horas en la Franja de Gaza provocó la muerte de 104 gazatíes, incluidos más de 40 niños, antes de que se retomara el alto el fuego a la mañana siguiente.
Estas cifras muestran que, aunque se haya declarado un alto el fuego, la situación en Gaza sigue siendo extremadamente frágil y peligrosa para los civiles que viven en las zonas más cercanas a los enfrentamientos.
Organizaciones humanitarias internacionales han llamado a reforzar los mecanismos de protección para la población civil y a acelerar los esfuerzos de reconstrucción de edificios y hospitales destruidos, con el objetivo de reducir el riesgo de nuevas víctimas en la región.