Lluvias torrenciales azotaron la capital china, Pekín, dejando al menos 30 personas muertas y decenas desaparecidas, informaron autoridades locales este martes.
Las precipitaciones, que comenzaron el fin de semana, han provocado inundaciones masivas, deslaves y el colapso de viviendas, puentes y sistemas de transporte.
Son las lluvias más intensas registradas en más de una década.
El gobierno municipal confirmó que entre las víctimas hay varios trabajadores de rescate, así como residentes que quedaron atrapados en sótanos, vehículos o arrastrados por corrientes súbitas. Equipos de emergencia continúan con las labores de búsqueda y evacuación en las zonas más afectadas, principalmente en los distritos montañosos del oeste y el suroeste de la ciudad.
Las autoridades han elevado al máximo el nivel de alerta meteorológica y han instado a la población a evitar desplazamientos innecesarios. Más de 15,000 personas han sido evacuadas de sus hogares, mientras que cientos de escuelas, estaciones de metro y carreteras permanecen cerradas.
"La intensidad y duración de estas lluvias no tienen precedentes recientes. Es un desastre natural de gran escala que requiere una respuesta coordinada y urgente", declaró en conferencia de prensa el vicealcalde de Pekín, Zhang Wei.
Los servicios meteorológicos informaron que en algunas zonas se han registrado más de 600 milímetros de lluvia acumulada en menos de 72 horas, el equivalente a las precipitaciones normales de todo un mes de julio. Las autoridades temen que la situación empeore ante nuevos pronósticos de tormentas.
La Oficina de Manejo de Emergencias de China ha enviado tropas del Ejército Popular de Liberación y recursos adicionales para apoyar en las labores de rescate y recuperación. Organizaciones de la sociedad civil también han comenzado campañas de donación para las familias damnificadas.
Analistas advierten que estos eventos extremos reflejan los impactos crecientes del cambio climático, y que las ciudades deben adaptar con urgencia su infraestructura urbana para mitigar los riesgos futuros.
Mientras tanto, el país entero observa con preocupación el desarrollo de la crisis, esperando que cesen las lluvias y se recupere la normalidad en la capital.