El maestro e historiador Lombardo Ríos Ramírez protagonizó un reencuentro largamente anhelado, el regreso al lugar donde yace un antiguo petroglifo que marcó profundamente su vida.
Esta piedra grabada, oculta durante décadas bajo el lecho del arroyo de Müjakia, fue localizada y erigida nuevamente gracias a un esfuerzo colectivo que unió a autoridades, sociedad civil y organismos de rescate.
El petroglifo en cuestión no es solo una pieza arqueológica: es también un símbolo personal para el maestro Ríos Ramírez, Fue en su juventud que escuchó la historia de esta piedra grabada a través de Adela, una mujer que durante su niñez tuvo contacto directo con ella, Años más tarde, esa memoria compartida se convirtió en una promesa: buscar, encontrar y devolver a la luz ese vestigio ancestral.
Durante décadas, el petroglifo permaneció oculto, cubierto por sedimentos y el paso del tiempo, sin embargo, el recuerdo de Adela y el valor cultural del grabado impulsaron al maestro a perseverar en su búsqueda, hoy, ese anhelo se ha concretado.
La localización y rescate de la piedra grabada fue posible gracias a la sinergia entre autoridades municipales , cuerpo de bomberos y ciudadanos, quienes lograron colocarla nuevamente de pie, para que vuelva a ser testigo y emblema de la identidad regional.
Uno de los momentos más emotivos fue el traslado del maestro hasta el lugar del hallazgo, debido a su estado de salud, el acceso al arroyo habría sido imposible sin la valiente y cuidadosa intervención del Honorable Cuerpo de Bomberos de Navojoa, quienes lo transportaron en camilla a través del terreno irregular, permitiéndole cumplir con su sueño.
Su participación no solo demostró compromiso con la comunidad, sino también sensibilidad hacia el valor humano y cultural de este reencuentro.
Ya frente al petroglifo, el maestro Lombardo Ríos Ramírez permaneció en silencio.
Para muchos de los presentes, el reencuentro del maestro con la piedra fue más que un acto simbólico: fue una afirmación de preservar y valorar el patrimonio cultural que aún duerme en los rincones de la región.
Aunque el grabado presenta signos de desgaste por el paso del tiempo, sigue siendo un testimonio invaluable de la cosmovisión y expresión artística de los antiguos habitantes del sur de Sonora.