La quema ilegal de gavilla, una práctica agrícola obsoleta y peligrosa, continúa dejando víctimas en el sur de Sonora. Este fin de semana, siete personas resultaron intoxicadas tras dos nuevos incendios en zonas rurales del municipio, donde el humo invadió hogares por horas, convirtiendo la vida cotidiana en una amenaza invisible.
En la colonia 13 de Octubre, las llamas consumieron 40 hectáreas de residuos agrícolas, generando una densa nube que afectó directamente a una mujer de 45 años.
En Guayparín, otra comunidad rural, seis personas más presentaron síntomas de intoxicación tras respirar humo durante más de cuatro horas consecutivas.
El director de Bomberos, Reinaldo Amarillas Meza, lamentó que esta práctica persista, aun cuando la sequía ha reducido notablemente la actividad agrícola, "estas quemas no solo dañan la salud de las personas, también movilizan unidades y personal que podrían estar salvando vidas en otras emergencias reales", señaló.
El humo afecta principalmente a niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades respiratorias, que ven agravados sus síntomas con cada nuevo incendio agrícola.
Aunque las autoridades municipales han reiterado que la quema de gavilla está prohibida, y se anunció que se impondrán multas de hasta 40 mil pesos, las denuncias por afectaciones a la salud siguen aumentando.
Organizaciones ambientalistas y vecinos afectados critican la falta de vigilancia efectiva y sanciones ejemplares, lo que ha permitido que esta práctica se mantenga, especialmente en áreas donde la fiscalización es débil o inexistente.
La quema de gavilla, más allá de una infracción ambiental, se ha convertido en un problema de salud pública., las autoridades enfrentan el reto no solo de sancionar, sino de educar, fiscalizar y ofrecer alternativas a los agricultores para eliminar esta costumbre de alto riesgo.
El humo sigue entrando por las rendijas de casas humildes en Etchojoa, y la ciudadanía respira el precio de la impunidad.