Es crucial fomentar la educación financiera desde la infancia para inculcar hábitos saludables que perduren en la vida adulta. Según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, solo el 20% de las escuelas primarias en México abordan temas como el ahorro o el valor del dinero, lo que subraya la importancia de la educación financiera en el hogar.
Entre los tres y cinco años, los niños pueden comenzar a comprender que el dinero se utiliza para adquirir bienes. Actividades lúdicas, como juegos de compra con billetes de juguete y el uso de alcancías decoradas, son efectivas para introducir estos conceptos.
De los seis a nueve años, es fundamental enseñarles a diferenciar entre necesidades y deseos. Herramientas como juegos de memorama financiero y visitas a bancos pueden ayudarles a entender el funcionamiento del sistema financiero.
A partir de los diez años, los niños pueden recibir una mesada y llevar un registro de sus gastos, aprendiendo a comparar precios y tomar decisiones financieras informadas. Dinámicas como hacer compras con un presupuesto limitado refuerzan estos aprendizajes.
En la adolescencia, es apropiado introducir conceptos más complejos como inversiones, impuestos y planificación financiera a largo plazo. Fomentar la independencia financiera desde casa prepara a los jóvenes para una vida adulta responsable y consciente en el manejo de sus recursos.