El 27 de noviembre de 2025, la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca entregó siete apoyos de 70 mil pesos a bibliotecas municipales dentro del Programa Estatal de Impulso Cultural, un esquema que busca reforzar estos recintos como espacios de conocimiento y participación ciudadana. Los recursos llegaron a bibliotecas de Santo Domingo Petapa, Villa de Tututepec, Santo Domingo Zanatepec, San Pedro Mixtepec, Salina Cruz, Miahuatlán y Teposcolula, con la promesa de apuntalar infraestructura y equipamiento en puntos estratégicos del estado.
El mecanismo opera mediante una convocatoria pública que detalla reglas estrictas: los apoyos son bipartitas, por lo que cada municipio debe aportar una cantidad equivalente para duplicar la inversión. Además, el uso del dinero se limita únicamente a obras y adquisición de equipo, lo que excluye salarios, gastos operativos o ampliación de servicios. Por ello, aunque las mejoras materiales son un avance, no representan por sí mismas la garantía de más horarios, personal estable o programas permanentes.
Los municipios beneficiados también deben cumplir una serie de requisitos administrativos, como estar inscritos en la Red Nacional y Estatal de Bibliotecas, presentar un acta de cabildo que respalde la corresponsabilidad financiera y entregar estadísticas mensuales a la Dirección General de Bibliotecas. Sin embargo, estos lineamientos chocan con un panorama que ha sido señalado reiteradamente: Oaxaca tiene menos bibliotecas que municipios. Con alrededor de 485 bibliotecas frente a 570 ayuntamientos, existen al menos 85 localidades sin acceso a estos servicios. A ello se suman 111 bibliotecas registradas que permanecían cerradas o inactivas.
Las causas recurrentes del abandono operativo son la falta de personal pagado por los ayuntamientos, recortes y las secuelas de cierres por la pandemia o por desastres; especialistas y federación señalan que muchas reaperturas dependen de que los municipios asignen presupuesto para operación y bibliotecarios.
En este contexto, los estímulos estatales favorecen la mejora material, pero su sostenibilidad dependerá de la capacidad municipal para pagar sueldos, horarios estables, mantenimiento y programas continuos para promover la lectura.