La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a las personas de 10 a 19 años de edad como adolescentes, y a la gestación que sucede en este periodo se le denomina embarazo adolescente, el cual con frecuencia es no planeado. Comparado con el que ocurre después de los 20 años, un embarazo a temprana edad conlleva un riesgo mayor de complicaciones.
En Oaxaca la paternidad temprana muestra una gran invisibilidad, tan solo en 2023, más de 30 mil bebés nacieron en Oaxaca. De esos padres, 3 mil tenían menos de 15 años y mil 385 estaban entre los 15 y 19 años al momento del parto, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El grupo más numeroso fue el de 25 a 29 años, con seis mil 842 padres. A partir de los 40 años la cifra va descendiendo con dos mil 203 padres de 40 a 44 y 643 de 50 años o más. Además, en 2 583 registros no se consignó la edad del progenitor.
Cuando ocurre un embarazo adolescente, en seis de cada diez casos el padre es mayor de edad, lo que sugiere que la verdadera paternidad entre varones adolescentes enfrenta estigmas estructurales persistentes: la pobreza extrema y la marginación en comunidades indígenas, el acceso limitado a educación sexual integral y métodos anticonceptivos, así como patrones culturales y sociales que refuerzan la idea de la paternidad como un rol meramente proveedor, teniendo la tendencia de atribuir el fenómeno únicamente a las jóvenes madres; lo que habla de una masculinización de la fertilidad sin corresponsabilidad.
Las consecuencias de asumir la paternidad en la adolescencia se reflejan en trayectorias de vida truncadas, los jóvenes padres con frecuencia abandonan la escuela antes de completar la secundaria o la preparatoria, y aquellos que logran insertarse en el mercado laboral suelen hacerlo en empleos informales y mal remunerados.
En comparación con otros estados, Oaxaca no solo destaca por sus altas tasas de maternidad juvenil, sino también por la ideología machista que impone que estos jóvenes padres no sean juzgados ni apoyados, quedando invisibilizados en las estadísticas y en las políticas públicas, cuando su acompañamiento y corresponsabilidad resultarían claves para romper el ciclo de la pobreza y la desigualdad.
De acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo), "la idea de celebrar el Día del padre surgió en el año 1910, encabezada por Louise Smart Dood, una mujer estadounidense que intentaba lograr el reconocimiento del papel de los padres en la sociedad. Por tal motivo, fue hasta 1972 que se oficializó el tercer domingo del mes de junio para brindar un homenaje a los padres".