Escuelas, transporte y oficinas: dónde se contagian más las enfermedades
Salud

Escuelas, transporte y oficinas: dónde se contagian más las enfermedades

Por: Fernanda Rivera
CDMX
Fecha: 18-12-2025

El invierno no solo trae bajas temperaturas, también transforma la rutina diaria de las personas.


Permanecer más tiempo en espacios cerrados, disminuir la ventilación y enfrentar cambios bruscos de clima crea un entorno propicio para la propagación de enfermedades respiratorias.


Aunque muchas de estas afecciones suelen considerarse leves, pueden complicarse cuando no se adoptan medidas preventivas básicas. En esta temporada, la prevención cotidiana se vuelve fundamental, ya que acciones simples aplicadas de forma constante ayudan a reducir contagios tanto en el hogar como en espacios compartidos, de acuerdo con autoridades de salud.


Por ello, reforzar hábitos de cuidado personal y colectivo se vuelve una tarea clave durante los meses de frío, no solo para evitar enfermedades, sino también para proteger la salud de quienes nos rodean y reducir la presión sobre los servicios médicos.


Hábitos diarios que ayudan a frenar los contagios




En base a recomendaciones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), uno de los pilares de la prevención es la higiene personal.


El lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente al regresar de la calle, después de toser o estornudar y antes de comer, reduce de forma significativa la transmisión de virus respiratorios.


Evitar tocarse ojos, nariz y boca con las manos sucias es una medida clave que suele olvidarse. Estas zonas funcionan como puertas de entrada directas para los virus, por lo que mantener las manos limpias disminuye el riesgo de infección.




Otro hábito fundamental es el uso correcto de la llamada etiqueta respiratoria. Según la información de la Universidad Autónoma de México (UNAM), al toser o estornudar se debe cubrir la boca y la nariz con el ángulo interno del brazo o con un pañuelo desechable, el cual debe tirarse de inmediato en un bote de basura. Cubrirse con la mano sigue siendo una práctica común, pero facilita la propagación de gérmenes a superficies y objetos.


El abrigo adecuado también forma parte de la prevención. Se sugiere usar ropa gruesa, gorro, guantes, calcetines y, en el caso de niñas y niños mayores de dos años, bufanda para cubrir nariz y boca. Además, se recomienda evitar cambios bruscos de temperatura y proteger las vías respiratorias al salir de lugares cerrados y cálidos.


Alimentación, descanso y vacunación




Según información del IMSS, una alimentación variada y equilibrada fortalece el sistema inmunológico. El consumo de frutas y verduras ricas en vitaminas C y D ayuda a mejorar las defensas naturales del cuerpo frente a infecciones respiratorias.


La hidratación constante también es un factor preventivo. De acuerdo con estas recomendaciones, beber agua simple o infusiones tibias contribuye al buen funcionamiento del organismo, incluso cuando no se tiene sensación de sed, algo común durante el invierno.




El descanso adecuado es otro elemento que suele pasarse por alto. Dormir lo suficiente y controlar el estrés favorece un sistema inmunológico más fuerte y reduce la probabilidad de enfermar.


En cuanto a la vacunación, las autoridades sanitarias coinciden en que mantener el esquema completo es una de las medidas más efectivas. La vacuna anual contra la influenza y la del COVID-19 ayuda a prevenir cuadros graves y complicaciones, especialmente en grupos de riesgo.


Los hábitos más ignorados o mal aplicados




Existen prácticas preventivas que se aplican de forma incorrecta.


Una de las más descuidadas es la ventilación de espacios cerrados. Abrir ventanas diariamente, aunque sea por periodos cortos, permite renovar el aire y reducir la concentración de virus.


El saneamiento de superficies también suele olvidarse. Objetos de uso frecuente como manijas, teléfonos, teclados e interruptores pueden convertirse en focos de contagio si no se limpian y desinfectan con regularidad.


Otro error común es el manejo inadecuado de pañuelos desechables. Dejarlos sobre mesas o escritorios facilita la dispersión de gérmenes, por lo que deben desecharse inmediatamente tras su uso.


Permanecer en casa cuando se presentan síntomas respiratorios es una medida clave que muchas personas no cumplen. Asistir a la escuela o al trabajo estando enfermo incrementa el riesgo de contagiar a otras personas y prolonga la circulación de virus.


Espacios con mayor riesgo durante el invierno




Las escuelas, el transporte público y las oficinas cerradas concentran un mayor riesgo de transmisión.


Estos espacios combinan alta densidad de personas, cercanía física y ventilación limitada, condiciones ideales para la propagación de virus respiratorios.


En el caso de las escuelas, el contacto constante entre niñas y niños facilita los contagios, especialmente cuando no se refuerzan hábitos como el lavado de manos o el uso correcto de pañuelos.


El transporte público representa otro punto crítico. Los trayectos prolongados en espacios cerrados aumentan la exposición a gotitas respiratorias, por lo que se recomienda reforzar la higiene de manos y, cuando sea posible, mejorar la ventilación.


En oficinas cerradas, pasar varias horas en el mismo espacio incrementa el riesgo. Abrir ventanas, desinfectar áreas comunes y evitar acudir enfermo son acciones clave para reducir contagios.




La prevención de enfermedades respiratorias durante el invierno no depende de una sola acción, sino de la suma de hábitos cotidianos aplicados de forma constante. Desde la higiene personal hasta el descanso, la alimentación y la responsabilidad colectiva en espacios compartidos, cada medida contribuye a reducir riesgos.


Adoptar estas prácticas no solo protege a nivel individual, también cuida a quienes nos rodean. En una temporada donde las enfermedades respiratorias son más frecuentes, la prevención diaria se convierte en una forma sencilla y efectiva de mantener la salud y evitar complicaciones innecesarias. 


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