Un joven que fumaba cigarrillos comenzó a usar vapeador con la intención de reducir su consumo de tabaco, pero terminó expuesto a una dosis mayor de nicotina; explica que la transición le tomó una o dos semanas, tiempo en el que se acostumbró al aparato y a los distintos modelos que había en el mercado, antes de que fueran prohibidos.
De acuerdo con su testimonio, los líquidos para vapeador contenían más nicotina que las cajetillas tradicionales y ya después de ese periodo de transición ya no ocupabas el cigarro y por eso los prohibieron.
El entrevistado señala que, en su experiencia, el vapeador se percibía como una alternativa "menos dañina" y más económica que seguir comprando cigarrillos.
Sin embargo, tras las restricciones para conseguir vapeadores, asegura que el mercado se ha reorientado hacia otros productos como sales y tabaco, que cada vez suben más de precio.
Además, advierte sobre una tendencia preocupante entre algunos usuarios que aparentan utilizar vapeadores, pero en realidad consumen otras sustancias al sugerir que detrás de dispositivos aparentemente inofensivos podría haber consumos más riesgosos para la salud.