El sistema penitenciario mexicano enfrenta una crisis estructural que se ha vuelto crónica. Corrupción, violencia e insalubridad son parte del día a día de miles de personas privadas de la libertad.
Pero el problema más visible es el hacinamiento, producto de una sobrepoblación que sigue creciendo al amparo de la prisión preventiva oficiosa.
De acuerdo con el Censo Nacional del Sistema Penitenciario 2025, en México hay un promedio de 102.9 internos por cada 100 espacios,
En el Estado de México se concentra el 15 por ciento de la población penitenciaria del país, con más de 35 mil internos distribuidos en 23 centros, y una tasa de 238.8 personas por cada 100 espacios disponibles, una de las más altas del país.
Detrás de estas cifras hay historias como la de Luis, nombre cambiado por razones de seguridad, quien estuvo recluido en el Centro de Prevención y Readaptación Social de Santiaguito. Recuerda que en una celda diseñada para cuatro personas vivían hasta quince.
Saskia Niño de Rivera, activista y cofundadora de la organización Reinserta, advierte que la situación en la entidad es "precaria y desigual". Mientras algunos centros operan con relativa normalidad, otros están al borde del colapso, reflejo de un sistema penal desbalanceado y de una justicia ineficiente.