"Y así estamos todos, señorita, yo perdí todo, todo", dice con la voz entrecortada doña Marcelina Reyes, mientras observa los restos de lo que fue su hogar. Tiene 73 años y ha vivido toda su vida en la zona norte de Veracruz, una región que hoy intenta levantarse tras las devastadoras inundaciones del pasado 10 de octubre, cuando los ríos desbordados arrasaron con más de un centenar de comunidades.
Para salvarse, Marcelina tuvo que subir por una escalera de madera a una segunda planta.
"La primera noche me subí como pude arriba de la casa de mi hijo; la segunda me fui a la casa de la vecina", cuenta con serenidad, aunque sus ojos reflejan el miedo de haber sentido el agua subir hasta las ventanas.
Como ella, cientos de familias de comunidades como El Xúchitl, Juana Moza, Montes de Oca y otras tantas del municipio de Álamo-Temapache, permanecen entre la incertidumbre y el esfuerzo.
Entre estas historias también está la de don Jorge Lara Hernández, vecino de El Xúchitl, quien logró poner a salvo a 11 integrantes de su familia en la segunda planta de su vivienda.
"Nos refugiamos aquí en la casa, como es de dos plantas, subió como un metro cuarenta. Desde ahí vimos cómo el agua arrasó con todo nuestro esfuerzo", relató.
Con tristeza, Jorge reconoce que los primeros en llegar con ayuda son voluntarios de comunidades vecinas de Tuxpan pero también de zonas como Monterrey y Reynosa mientras que el apoyo institucional, dice, aún no llega.
"Lo único que hemos tenido de apoyo es de gente voluntaria, del gobierno, nada", lamenta.
Lo que antes eran calles tranquilas y parcelas verdes, hoy son caminos de lodo y casas inhabitables; en medio de la tragedia, lo que prevalece es la solidaridad, porque en el norte de Veracruz, aunque el agua se llevó casi todo, no pudo con la esperanza de su gente.