Qué pasaría si: Desaparecieran los vehículos particulares
Movilidad

Qué pasaría si: Desaparecieran los vehículos particulares


En México, la vida cotidiana gira en torno a las ruedas. Desde el ruido de los motores al amanecer hasta el tráfico interminables al anochecer, los automóviles son más que un medio de transporte: se han vuelto una extensión de nuestra rutina 



Con más de 52 millones de vehículos en circulación -solo los motorizados-, el país respira gasolina y avanza sobre concreto. 


Los autos particulares no solo benefician a quienes los usan a diario; también son herramienta para quienes ofrecen servicio de taxi por aplicación, una opción más rápida y cómoda, aunque no precisamente económica frente al transporte público. 


Ahora imagina que un día despiertas y desaparecen todos los vehículos particulares. Solo podrías moverte en transporte público. ¿Cómo cambiaría tu vida, tu economía y tu rutina? ¿Lo has pensado? 



Aquí te contamos qué pasaría si los autos particulares desaparecieran. 



Una dependencia que nos define 

Ocho de cada diez vehículos en México son de uso privado. En las grandes ciudades, como la capital, el 30% de los viajes diarios se hacen en automóvil, aunque solo una minoría de los habitantes posee uno. 


Paradójicamente, los autos ocupan hasta 85% del espacio vial, mientras la mayoría viaja en transporte público o, cada vez más, en bicicleta. Este desequilibrio urbano revela un modelo de movilidad centrado en el individuo, que deja fuera a quienes no pueden costearlo. 


En las zonas rurales, la historia es distinta: la escasa oferta de transporte público convierte al automóvil en una necesidad más que en un lujo. 



Por eso, pensar en un México sin autos no solo es imaginar ciudades más limpias, sino preguntarse qué tan preparado está el país para moverse de otra manera 



El costo y la oportunidad 

El sector automotriz emplea a más de 2 millones de personas y representa la segunda fuente de exportaciones nacionales. 


Desaparecer los autos particulares sería un golpe profundo a fábricas, talleres, gasolineras y aseguradoras. Sin embargo, también abriría una ventana de transformación: los hogares ahorrarían en promedio 30 mil pesos anuales por vehículo, dinero que podría destinarse a salud, educación o vivienda. 


Al mismo tiempo, surgirían nuevas oportunidades laborales en el mantenimiento de flotas públicas, movilidad eléctrica y urbanismo sustentable. 



La historia reciente muestra que los cambios radicales no son imposibles, pero sí requieren planeación y tiempo 



Respirar sin humo 

Durante la pandemia de 2020, el tráfico en la Ciudad de México cayó 60% y las emisiones contaminantes disminuyeron casi un tercio. 


Experimentos como los "días sin auto" demostraron que menos motores significan aire más limpio y calles más habitables. Si los vehículos particulares desaparecieran, México podría reducir entre 18% y 40% de sus emisiones de CO? y liberar hasta 30% del espacio urbano, un respiro literal para ciudades saturadas. 


En Bogotá, hace unos años se intentó reducir el uso del automóvil privado fomentando el transporte público y la bicicleta. Sin embargo, aunque más personas comenzaron a dejar el coche, el sistema de transporte -especialmente el TransMilenio- no se amplió lo suficiente para atender esa nueva demanda. 


Las estaciones se saturaron, los trayectos se hicieron más largos y muchos usuarios terminaron sintiendo que el cambio no mejoró su vida diaria. 



Es decir: se promovió un cambio de hábitos sin reforzar la infraestructura, lo que generó congestión en lugar de una mejora real 



El país que se mueve a dos velocidades 

Más del 40% de los municipios mexicanos no tiene transporte público regular, y 61% de las localidades pequeñas sigue desconectado de sus cabeceras municipales. 


Un México sin autos acentuaría estas diferencias, sobre todo en el sur y las regiones rurales, donde moverse aún depende de caminos largos y servicios irregulares. 



Las ciudades medianas serían el punto de quiebre: las más propensas a transformar su movilidad? o a colapsar sin una transición justa 



Moverse distinto, vivir distinto 

La experiencia de programas como el TransMilenio de Bogotá muestra que reducir el uso del auto mejora la calidad de vida, pero también satura los sistemas colectivos si no se expanden con visión de largo plazo. 


En el fondo, imaginar un México sin autos particulares no es un ejercicio técnico, sino cultural. Implica repensar el espacio público, recuperar las calles para peatones y ciclistas, y transformar la idea de progreso ligada al motor. 



Un país sin autos no es solo un cambio de transporte, sino una nueva forma de convivencia 


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