Las autoridades de salud de Texas anunciaron este martes el fin del brote de sarampión que, durante varios meses, mantuvo en alerta a hospitales, escuelas y comunidades en todo el estado. El saldo fue de más de 700 casos confirmados y dos muertes, lo que convirtió a este episodio en uno de los más graves registrados en Estados Unidos en la última década.
El Departamento Estatal de Servicios de Salud informó que en las últimas seis semanas no se han detectado nuevas infecciones, lo que permitió declarar oficialmente concluida la emergencia. El brote comenzó a inicios de año en el área metropolitana de Houston y se expandió rápidamente a otras regiones debido a bajas coberturas de vacunación en ciertos condados.
Las autoridades atribuyeron la magnitud de la crisis a la creciente resistencia a la vacunación en algunas comunidades. "Este brote nos recordó lo peligrosa que puede ser una enfermedad que hoy en día es completamente prevenible", señaló Jennifer Shuford, comisionada de Salud de Texas. "La vacuna contra el sarampión es segura, efectiva y salva vidas".
Durante la emergencia se desplegaron campañas de inmunización en escuelas, iglesias y centros comunitarios, con el objetivo de frenar la propagación. Según datos oficiales, más de 250 mil personas recibieron la vacuna triple viral (sarampión, rubéola y parotiditis) en jornadas extraordinarias.
El brote dejó también una fuerte presión en hospitales infantiles, donde se atendió a la mayoría de los pacientes. Los dos fallecimientos correspondieron a menores de edad que no habían sido vacunados.
Expertos en salud pública advirtieron que, si bien el brote se ha dado por concluido, el riesgo de reaparición permanece mientras persistan los rezagos en vacunación. El sarampión, altamente contagioso, puede propagarse rápidamente en comunidades con bajas tasas de inmunización.
"Este desenlace debe ser una llamada de atención", declaró la epidemióloga Mary Contreras, de la Universidad de Texas. "Mientras haya desinformación y dudas sobre las vacunas, seguiremos siendo vulnerables".
Con la declaratoria del fin del brote, Texas reanudará sus actividades sanitarias regulares, pero las autoridades confirmaron que continuarán las campañas de vacunación y monitoreo epidemiológico para evitar una nueva emergencia.