En un esfuerzo por recuperar la soberanía alimentaria y enfrentar los retos del cambio climático, México ha iniciado el fortalecimiento genético de sus cultivos más emblemáticos: el maíz y el frijol. Esta iniciativa, liderada por los Centros Públicos de Innovación (CPI) y coordinada por la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI), busca mejorar la resistencia de estas variedades a plagas, sequías y suelos pobres.
El proyecto se presentó formalmente en abril de 2025, durante una conferencia nacional en el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Allí se reunieron científicos, agrónomos y autoridades para delinear una estrategia que combine biotecnología, agroecología y conservación genética.
Entre las acciones clave están la evaluación de variedades nativas, el desarrollo de bioestimulantes sin agroquímicos, la capacitación a productores rurales y la georreferenciación de zonas clave para preservar la biodiversidad agrícola mexicana.
El impacto para el ciudadano promedio será tangible: mayor acceso a alimentos nutritivos, precios más estables en mercados locales y menor dependencia de importaciones. Además, se protege el legado cultural y genético de cultivos que han alimentado a México por milenios.
Los primeros cultivos mejorados estarán listos para pruebas piloto en 2026, con distribución ampliada a partir de 2027, especialmente para productores de pequeña y mediana escala, que representan el 93% del campo mexicano.
Este avance no solo representa una mejora técnica, sino una apuesta por el futuro del país: producir lo nuestro, con ciencia mexicana, para alimentar a millones de familias con calidad, identidad