Desde muy temprano, miles de hombres de Zamora y los alrededores, se dieron cita para esperar el momento de participar en la procesión que sería una representación del viacrucis por algunas calles de este municipio, algunos acuden cada año, para agradecer algún favor recibido, bendiciones en su casa o su trabajo, pagar una manda o pedir para tener un buen año.
Todos bajo el rayo del sol inclemente que calentaba el ambiente de fervor y devoción, cargaron en hombros las imágenes sagradas de la Virgen de los dolores y las representaciones de las estaciones del camino de Jesús hacia el calvario donde viviría su pasión y muerte. esto marchando sin descanso, ni ingesta de líquidos, como parte del sacrificio.
El trayecto incluyo no solo vialidades, sino también templos donde se medita y hace oración en silencio. Algunos de los penitentes, iban cargando sus propias imágenes, con fe inquebrantable y la mirada firme en el objetivo de llegar al final del recorrido, sus creencias intactas los acompañan en cada paso y durante toda su vida como prueba de resistencia.
Niños, ancianos, jóvenes y personas con discapacidad, marcharon sin que nada les impidiera formar parte de esta actividad, algunos de ellos incluso iban con los pies descalzos, como signo de penitencia y entrega a la fe. Cada paso, cada gota de sudor, fue una muestra de penitencia y agradecimiento por los favores recibidos.
Mientras que otros pocos decidieron tomar una pausa para poder seguir su camino y terminar en el punto de partida con rostros que reflejan el cansancio de esta jornada.
Desde la solemnidad de los adultos hasta la inocencia de los niños que, con pasos pequeños pero firmes, se unieron a este acto de fe demostrando que la devoción no conoce límites, incluso bajo las condiciones más desafiantes. Una celebración que une corazones y deja una huella imborrable en quienes tienen el privilegio de vivirla.
