La pirotecnia, aunque es tradicionalmente utilizada en festividades y celebraciones, tiene múltiples repercusiones negativas que afectan el medio ambiente, los animales, y diversas personas, especialmente aquellas con condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA).
Los fuegos artificiales liberan una gran sustancia químicas, como dióxido de azufre, monóxido de carbono y partículas metálicas que contaminan el aire, que puede afectar la salud respiratoria.
Además, sus residuos como pólvora, envolturas, plásticos y los metales, también pueden contaminar el suelo y las fuentes de agua, siendo tóxicos para los ecosistemas acuáticos y terrestres.
Y en áreas secas, el uso de pirotecnia incrementa el riesgo de incendios forestales, causando devastación ambiental.
Además, hay un imparto en los animales y las personas con algún trastorno de espectro autista. El ruido fuerte y repentino de la pirotecnia genera miedo y estrés en los animales domésticos y silvestres.
Mientras que las personas con TEA suelen tener hipersensibilidad a los estímulos auditivos y visuales. Los ruidos intensos y las luces parpadeantes pueden causarles ansiedad, miedo y sobrecarga sensorial.
Los fuegos artificiales pueden causar quemaduras, amputaciones y daños oculares si no se manejan adecuadamente.
La eliminación o reducción del uso de pirotecnia es un paso necesario para proteger el medio ambiente, el bienestar animal y la salud humana, al tiempo que se promueve una convivencia más armoniosa y responsable.