Traje de baño bien puesto, visor, tanque y una sonrisa inconfundible: así se sumergieron decenas de personas con discapacidad y sus familias, como parte de una jornada de buceo inclusivo organizada por la Fundación Pulmo. Para muchos, fue su primer encuentro con las profundidades, una experiencia que dejó huella en el cuerpo y en el alma. "Se me hizo una experiencia muy hermosa, muy bonita, y agradecemos a la Fundación Pulmo por esta oportunidad", expresó Andrea, una de las participantes, aún emocionada tras salir del agua. "Sentí que estaba muy contenta, lo disfruté demasiado", agregó.
Desde hace dos años, Fundación Pulmo, bajo la dirección de David Castro, ha promovido el buceo inclusivo como una herramienta de integración y empoderamiento. Lo que para algunos es un deporte extremo, para otros es una oportunidad para superar miedos, romper barreras y encontrar un nuevo lenguaje de libertad.
"El beneficio es enorme. Esta es una actividad muy poco conocida, especialmente entre personas con discapacidad, porque ni siquiera se imaginan que pueden llegar a bucear", explicó Castro. "Pero no es difícil: todos necesitamos adaptarnos para el buceo, con o sin discapacidad."
Una de las historias más conmovedoras fue la de Santiago, un niño con síndrome de Down y autismo tipo 2, que encontró en el agua un espacio de conexión y desarrollo. Según su madre, Anahí Domínguez, el contacto con el mar representa una de las actividades más significativas para él.
"Él aprendió a nadar hace un año y medio. Ya nada completamente solo. Cualquier actividad con agua lo fascina. Verlo aquí, tan feliz, es algo que no se puede explicar con palabras", dijo Anahí, mientras observaba a su hijo flotar.
Para Santiago y muchos más, el buceo no fue solo recreación, sino inclusión tangible. En un entorno donde el lenguaje corporal, el juego y las emociones fueron los protagonistas, se construyó un espacio de confianza y dignidad.
En Baja California Sur viven 35 mil 131 personas con discapacidad, de las cuales el 52% son mujeres y el 48% hombres, según datos del INEGI. Las discapacidades más comunes en la región son motriz, visual, auditiva e intelectual. En todo México, se reconoce a unas 450 personas como atletas de alto rendimiento en deportes adaptados, de acuerdo con la CONADE.
La Fundación Pulmo busca que este tipo de acciones no sean excepcionales, sino parte de una visión constante de equidad. "La inclusión debe ser cotidiana, no ocasional. Queremos seguir sumando aliados y espacios donde todas las personas puedan participar plenamente", concluyó David Castro.
Para muchas familias, la actividad significó más que una inmersión: fue un recordatorio de que la discapacidad no limita los sueños, y que con voluntad, empatía y ajustes razonables, es posible construir un mundo más justo y accesible para todos.