En la actualidad, comer bien no siempre significa comer sano, sino comer rápido. En muchas ciudades mexicanas, abrir una app de delivery o comprar algo "para llevar" se ha vuelto parte del día a día
Esta transformación alimentaria, cada vez más marcada, responde a una cultura que prioriza la eficiencia y la inmediatez: la cultura de lo práctico.
Tan solo en 2022, Statista reportó que al menos 33.5 millones de usuarios en México utilizaban servicios de entrega de comida en linea, es decir el 26.6% de la población total del país. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿Por qué lo hacemos?
Cambios urbanos que se comen la tradición
La vida en las zonas urbanas de México ha cambiado drásticamente en los últimos años.
El ritmo acelerado, las jornadas laborales extensas, el tráfico, el poco tiempo libre y la incorporación de más mujeres al mercado laboral han reducido el espacio disponible para cocinar. Hoy, preparar una comida desde cero puede parecer un lujo.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), el 70% de los mexicanos consumen bebidas azucaradas no lácteas al menos tres veces por semana, y el 60% de los menores de 20 años comen regularmente snacks, dulces o postres.
Estos números reflejan una fuerte dependencia de los alimentos ultraprocesados y de rápida preparación, que, aunque prácticos, suelen ser pobres en nutrientes
¿Por qué elegimos lo rápido?
Las razones detrás de este cambio van más allá de la falta de tiempo:
De acuerdo a America, malls & retail" el mercado de comida rápida en México alcanzó los 11 mil millones de dólares en 2023
Aunque los alimentos instantáneos o procesados pueden parecer una opción económica y eficiente, a largo plazo su impacto en la salud y la cultura alimentaria tradicional es alarmante.
Las tasas de obesidad infantil superan el 35%, y la diabetes tipo 2 va en aumento. Además, la cocina mexicana -reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad- se ve desplazada por productos que sacrifican sabor, calidad e identidad por rapidez.
En muchas familias, el arroz con huevo ha sido sustituido por sopas instantáneas; el mole, por combos de hamburguesa. Cocinar en casa ya no es la norma, y esto no solo transforma la dieta, sino también los momentos de convivencia
La cultura de lo práctico no va a desaparecer. Pero como sociedad, vale la pena preguntarnos:
¿Estamos dispuestos a perder la riqueza de nuestra tradición culinaria por la comodidad de un microondas?
Diversos organismos de salud alrededor del mundo señalan que es necesario equilibrar lo funcional con lo saludable y lo cultural.
Fomentar la educación alimentaria desde la infancia, regular la publicidad digital, impulsar políticas públicas que favorezcan alimentos frescos y accesibles, y, sobre todo, revalorizar el acto de cocinar como una forma de cuidarnos y de reconectarnos con nuestras raíces.