Familias honran a sus difuntos con flores, recuerdos y canciones tradicionales.

Desde temprana hora, familias en la ciudad de La Paz se dieron cita para visitar a sus fieles difuntos con motivo del Día de Muertos.

Con flores en la mano, escobas y mucha comida, los visitantes llegaron al Panteón Jardines del Recuerdo, donde rápidamente las tumbas se tapizaron de adornos, coronas y veladoras. Entre alegría y nostalgia, recordaron a quienes partieron, manteniendo viva una de las tradiciones más queridas por los mexicanos.

"Uno los recuerda como si todavía estuvieran, porque uno no los olvida. Ellos están presentes con uno en todo momento, y es doloroso porque ya lloré", compartió Leticia Armenta, visitante.

La familia Gálvez acudió, como cada año, a visitar la tumba de su abuela. Llevaban comida y bebidas para compartir junto a ella, como parte del homenaje que conservan desde hace años. "Ahorita trajimos empanadas, la Coca-Cola nunca falta aunque no es nada sano y también el café", contó Roberto Gálvez, quien asistió acompañado de su familia, su novia, sus tíos y "Chita", la perrita que pertenecía a su abuela.

El ambiente en el panteón estuvo acompañado por el sonido de guitarras y corridos norteños que se escuchaban en cada rincón. Las canciones más solicitadas por las familias fueron "Te vas, ángel mío" y "Un puño de tierra", interpretadas por músicos locales. "Las canciones que piden de cajón son Te vas, ángel mío, El cerro, Puño de tierra, Amor eterno y No hay novedad, todas esas que son para personas que ya partieron de aquí", comentó Kevin Flores, integrante de la banda La Atracción.

Para muchas familias, como la de María Parra, el 2 de noviembre es una oportunidad para mantener viva la memoria de sus seres queridos.

"Lo recuerdo  sonriente, alegre, trabajador, muy respetuoso. También tenía su carácter, como todos, pero era muy amoroso, trabajador y apoyador sobre todo", dijo emocionada.

De esta manera concluyó el Día de Muertos en La Paz, donde cada año las familias se reúnen en los panteones para recordar con cariño a quienes se adelantaron en el camino, entre flores, música y el inconfundible aroma del cempasúchil.