Las lluvias registradas con el paso de la tormenta tropical Lorena representan un alivio para agricultores y ganaderos de Baja California Sur, quienes han enfrentado más de un año y medio de sequía. Sin embargo, la pregunta es si será suficiente el agua para recuperar lo perdido.
De acuerdo con los registros de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las precipitaciones han dejado acumulados contrastantes entre municipios. En Los Cabos, Santa Anita encabeza la lista con 312 milímetros de lluvia, seguida por Yeneka con 265, Boca del Salado con 260, San José del Cabo con 226 y El Sauzal con casi 200.
En La Paz, el acumulado es menor: San Bartolo alcanzó 129 milímetros, La Palmilla 119, Los Barriles 103 y El Carrizal 100. Mientras que en Comondú, las lluvias se mantienen limitadas, con Ciudad Insurgentes sumando apenas 47 milímetros, El Ihuajil 41.9 y la estación Ley Federal de Aguas #1 con 41.
El Monitor de Sequía de Conagua reportó que, al 31 de agosto, el 55.2% del territorio sudcaliforniano ya no presenta afectaciones. Un 36% se mantiene en condiciones anormalmente secas, y solo el 8.8% padece sequía moderada. Ningún municipio enfrenta sequía extrema o excepcional. Mulegé y Comondú concentran el 40% de las zonas afectadas en el estado.
Para los productores del campo, la situación ha sido crítica. Guillermo Alfredo Salgado Mendoza, ganadero del Carrizal, compartió que la falta de lluvias lo obligó a reducir drásticamente su hato.
"Como tenía casi dos años que no me llovía como debe de llover, me vi obligado entre noviembre, diciembre, enero y febrero a vender la mayor parte del ganado. De hecho, me quedaron alrededor de 40 o 45 cabezas", relató.
Aunque las lluvias recientes son vistas como una esperanza, rancheros consideran que no son suficientes sin un plan de infraestructura que permita aprovechar los escurrimientos. En comunidades como Los Dolores, se calcula que existen al menos cinco arroyos que bajan de la sierra en temporada de lluvias, pero cuyo caudal termina perdiéndose en el mar.
Martín Álvarez, propietario del rancho Santa Rosita, señaló que es necesario pensar en obras de alto impacto.
"Nada sería tan beneficioso como que hubiera una gran presa. Imagínense lo que se podría hacer ahora que llueve, si se mantuviera esa agua dos o tres años para enfrentar sequías tan grandes. Pero, ¿qué pasa? Llueve en la sierra, se arrastra todo y se va directo al mar", expresó.
Ganaderos y agricultores coinciden en que las lluvias de Lorena representan un respiro temporal, pero subrayan la necesidad de que las autoridades diseñen un plan integral de gestión del agua, que garantice tanto la producción agrícola como el abastecimiento en las ciudades.