Llamar a alguien de la generación de cristal, suele ser un juicio que refleja más las tensiones intergeneracionales que un análisis real de la juventud, ya que unos perciben como fragilidad, otros lo entienden como empatía, conciencia social o autoafirmación, por lo cual es considerado como un término coloquial generalmente usado de forma crítica o despectiva para referirse a los jóvenes nacidos a partir de los años 90 o 2000, los cuales son frágiles, se ofenden con facilidad y tienen baja tolerancia a la frustración.
Cabe señalar que, aunque el número de jóvenes que llegan a la universidad ha aumentado en los últimos años, el porcentaje aún es bajo, ya que, en el 2022 el 18% de las personas de este grupo poblacional concluyeron una licenciatura, es decir 4.1 millones, un porcentaje mayor al 11% registrado en 2005.
Un dato a considerar es que este nombre hace alusión a que estas personas son frágiles como el cristal, es decir, que se quiebran fácilmente ante críticas, bromas, dificultades o ideas contrarias a las suyas y dicho término se popularizó en la era de las redes sociales, ya que muchos jóvenes expresan abiertamente sus opiniones, denuncian injusticias o se movilizan por causas sociales generando choques culturales con generaciones anteriores, que a veces ven estas actitudes como excesivamente sensibles.
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Por último, su uso suele reflejar este choque entre las generaciones en la que los cambios en la sensibilidad social y la comunicación son interpretados de formas distintas según el punto de vista.