La crisis forense
DD. HH.

La crisis forense

Por: Jorge Camarillo García
León
Fecha: 05-12-2025

La violencia homicida que atraviesa el país ha dejado un saldo que no solo se mide en cifras de víctimas, sino también en un colapso silencioso pero devastador: la crisis forense.

En múltiples estados, los Servicios Médicos Forenses (SEMEFO) operan al límite o por encima de su capacidad, enfrentando saturación en las morgues.

Entre enero de 2009 y el 30 de junio del 2024, se registraron en Guanajuato por lo menos 660 fosas clandestinas, encontradas en 349 distintos "contextos" o "sitios de hallazgo" en 33 de los 46 municipios, de las cuales fueron exhumados mil 245 cuerpos o restos humanos.

El fenómeno se agrava con el incremento de personas fallecidas sin identificar, cuerpos hallados en fosas clandestinas y restos resguardados en panteones forenses o tráileres refrigerados. Sin personal suficiente, sin insumos y sin laboratorios equipados, los servicios periciales viven una emergencia humanitaria impactante.


Con corte del 16 de agosto del 2024, el panteón forense de la FGEG resguardaba un total de 929 cuerpos o restos individualizados, de los cuales 907 en calidad de No Identificados y 22 en calidad de Identificados No Reclamados.

En diversos estados, la cifra de cuerpos sin identificar crece más rápido que la capacidad institucional para procesarlos.

Las morgues y panteones forenses almacenan restos que llegan por homicidios, hallazgos en campo o exhumaciones de fosas clandestinas, muchos de ellos sin posibilidad inmediata de análisis por falta de peritos o equipo.

A ello se suma la existencia de tráileres refrigerados que funcionan como morgues móviles, una medida temporal que se ha vuelto permanente ante el desbordamiento de los SEMEFO.

El déficit de especialistas es otro componente crítico. Criminalistas, antropólogos, odontólogos forenses y genetistas trabajan en condiciones de saturación, con cargas laborales excesivas y sin certificaciones actualizadas en muchos casos.

En estados como Guanajuato, la localización de fosas clandestinas en los últimos cinco años ha incrementado el trabajo forense a niveles sin precedente. Cada hallazgo representa decenas o cientos de restos que requieren análisis especializado. Sin capacidad para procesarlos, muchos permanecen almacenados durante meses o años.

Ante este panorama, las familias de personas desaparecidas enfrentan no solo el dolor de la búsqueda, sino también un sistema forense que suele ser poco accesible, lento y burocrático. La falta de personal capacitado para brindar atención empática, además de la poca claridad en los procedimientos, profundiza la revictimización.

Mientras la violencia no ceda, la demanda sobre los servicios forenses seguirá creciendo. Pero aun si las cifras de homicidios disminuyeran, el rezago actual exige años de inversión y reconstrucción institucional. La crisis forense es uno de los rostros menos visibles de la inseguridad, pero también uno de los más urgentes. Resolverla es indispensable para garantizar justicia, verdad y memoria a quienes buscan a los suyos.



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