Redadas de ICE en Los Ángeles: Tensión, resistencia y polémica
En Los Ángeles, la tensión creció este viernes tras una serie de redadas migratorias llevadas a cabo por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE), que movilizó a agentes armados en distintos puntos de la ciudad
Estas operaciones, que se desplegaron desde temprano en la mañana, provocaron una reacción inmediata de la comunidad, especialmente en vecindarios con alta presencia latina, y desataron enfrentamientos entre activistas y las fuerzas del orden.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, expresó públicamente su indignación ante los métodos empleados por ICE, calificando las redadas como una amenaza directa a la seguridad y tranquilidad de la ciudad.
Bass aseguró estar en comunicación con organizaciones defensoras de inmigrantes y reiteró el compromiso de su administración para brindar apoyo a las familias afectadas.
Sin embargo, la presencia de agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) en al menos una de las zonas donde ocurrieron los arrestos ha generado críticas y desconfianza entre los residentes, quienes consideran esto una traición a las políticas estatales que limitan la colaboración entre las fuerzas locales y las autoridades migratorias.
Las redadas comenzaron alrededor de las siete de la mañana, cuando varios jornaleros fueron detenidos mientras esperaban trabajo en una tienda de materiales de construcción en Westlake, un barrio conocido por su población centroamericana y mexicana
Posteriormente, los operativos se extendieron a negocios del Distrito de la Moda, donde al menos dos docenas de trabajadores fueron arrestados.
En estos lugares, decenas de activistas intentaron bloquear el avance de los agentes y evitar las detenciones, lo que llevó a escenas de tensión, como la caída de un manifestante al suelo mientras intentaba impedir que una camioneta policial trasladara a los detenidos. Imágenes aéreas mostraron a agentes equipados con uniformes camuflados y vehículos blindados, utilizando gases para dispersar a los manifestantes.
La magnitud de estos operativos no pasó desapercibida. El FBI confirmó la participación de su personal en las redadas y se observaron agentes portando insignias de la DEA, lo que evidencia la coordinación entre diferentes agencias federales.
Para muchos líderes comunitarios, como Ron Góchez, director de Unión del Barrio, estas acciones representan una estrategia deliberada para infundir miedo en las comunidades trabajadoras, señalando que el uso de tácticas armadas y la presencia de fuerzas federales buscan intimidar y disuadir cualquier resistencia.
El impacto de las redadas no se limitó a los lugares de trabajo. Hubo reportes de operativos cerca de escuelas, lo que llevó a padres y maestros a organizarse para vigilar los alrededores y proteger a los estudiantes
El caso de Mártir García Lara, un niño de nueve años detenido junto a su padre tras acudir a una corte de inmigración, ha intensificado la indignación y el rechazo de la comunidad educativa y organizaciones civiles.
La administración federal, bajo la presidencia de Donald Trump, ha intensificado la presión sobre ICE para incrementar el número de detenciones, con la meta de alcanzar al menos tres mil arrestos diarios.
Sin embargo, la creciente cantidad de trabajadores y familias detenidas, muchos de ellos sin antecedentes criminales, ha suscitado un rechazo generalizado, no solo en Los Ángeles sino también en otras ciudades de California, como San Diego, donde se han registrado enfrentamientos similares entre agentes y ciudadanos.
