La violencia doméstica en México, entendida como un patrón de comportamiento en cualquier relación que se utiliza para obtener o mantener poder y control sobre la pareja, permanece detrás de las puertas, entre gritos, golpes y humillaciones, que hacen más que solo dejar un moretón en la piel
Mujeres, niñas y niños, adultos mayores y hombres viven día a día esta situación que, al ser "familiar", complica los métodos de salida para la víctima.
Las lágrimas secadas en el lavabo del baño, las palabras contenidas y los traumas que quedan de ello son escenas que se repiten y que, en muchas ocasiones, son invisibles para los demás, pero desgarradoras para quienes las presencian.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 66.1% de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido al menos un episodio de violencia por parte de familiares o convivientes.
En 2022 se contabilizaron 270,546 casos denuncias por violencia familiar, siendo las entidades con mayor número Ciudad de México y Nuevo León.
Un problema que no se ve
La violencia doméstica está marcada por el silencio. Se estima que 57% de los casos no se denuncian, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad (ENVIPE).
El miedo a represalias, la dependencia económica y la falta de acceso a servicios de apoyo -sobre todo en zonas rurales o indígenas- crean un escenario donde las cifras oficiales apenas rozan la realidad.
En 2023, de las denuncias presentadas, 66% afectó a mujeres adultas y 30% a niños y adolescentes, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)
Perfiles de las víctimas
Las experiencias varían: en comunidades indígenas del sur, la violencia es más crónica y menos denunciada, mientras que en zonas urbanas, como la Ciudad de México, los niños sufren un impacto psicológico mayor por la exposición prolongada
El rostro de los agresores
El perfil más común del agresor es un hombre de 36 años en promedio, con educación secundaria incompleta, que actúa como pareja o cónyuge en 70% de los casos, y como familiar cercano en 23%.
El 93% de las agresiones proviene del ámbito familiar, y hasta 40% de los agresores tiene antecedentes no resueltos, según CONAVIM.
Estas cifras reflejan desigualdades de género arraigadas. Declaraciones del titular de SEGOB en 2023 destacan la necesidad de programas de rehabilitación y prevención, como los impulsados por el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA).
Violencia invisible
No toda violencia se ve. La psicológica, económica y digital afecta al 44% de las víctimas con manipulación emocional y control financiero, mientras que 16% sufre privación económica.
La violencia digital, como el porno de venganza ?en el cual una persona comparte imágenes sexuales de otra- aumentó 30% en 2024, reforzando la necesidad de leyes como la Ley Olimpia.
Estas formas invisibles de abuso profundizan la dependencia y limitan la autonomía de las víctimas, exacerbando la desigualdad, especialmente en contextos de pobreza
Mujeres, niñas y niños, adultos mayores y hombres viven día a día esta situación que, al ser "familiar", complica los métodos de salida para la víctima.
Las lágrimas secadas en el lavabo del baño, las palabras contenidas y los traumas que quedan de ello son escenas que se repiten y que, en muchas ocasiones, son invisibles para los demás, pero desgarradoras para quienes las presencian.