"No podemos salir , nos da miedo , ya no podemos hacer nada , no quiero salir de la casa, nos puede pasar algo y el gobierno no hace nada"
Las palabras de Eduardo , un niño de apenas 10 años de edad , compañero de fútbol de Alexander quien perdió la vida a balazos junto a su hermanito de 9 años y su padre la madrugada del pasado 19 de enero en Culiacán , resonaron como un grito desesperado contra la inseguridad que ha arrebatado la infancia a tantos niños.
La nueva normalidad a la que la sociedad sinaloense ha tenido que adaptarse ha implicado un encierro para evitar la muerte, en el que la población infantil no solo ha sido víctima de consecuencias fatales, sino también de daños psicológicos que han dejado huellas profundas.
"Un niño con temor a salir de casa por que ya ha visto o por que sabe que en su ciudad están pasando cosas peligrosas de ahí veremos consecuencias principalmente en su aprovechamiento académico , así como cuadros de estrés y ansiedad" Zulema Falcón, Psicóloga
A más de cuatro meses de pugna entre grupos delincuenciales en Sinaloa más de 20 niños y adolescentes han ingresado a hospitales como consecuencia de actos de violencia, a esta cifra se suma la muerte de Gael y Alexander.
404 mil estudiantes de Culiacán y otros municipios han resultado afectados por el cierre de escuelas y la asistencia promedio en primaria y secundaria se mantiene en un 60%.
Según datos de la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable, más de mil 180 familias se han visto obligadas a desplazarse a otra ciudad. Como consecuencia, niños y niñas de estos hogares han sido privados de la oportunidad de desarrollar habilidades esenciales y han tenido que adaptarse a un nuevo entorno escolar.
"Entrará a un aula con compañeros desconocidos , profesores desconocidos y lógicamente eso tiene que representar un retraso pero un retraso muy sensible , es un daño enorme el que se está provocando" Antonio González , Especialista en Educación
Esta situación exige que las autoridades implementen estrategias efectivas para restablecer y garantizar la seguridad pública; de lo contrario, los derechos de los niños seguirán siendo vulnerados.