En menos de dos semanas, Sinaloa ha sido escenario de dos transfeminicidios: el de "La Vale", en el municipio de Ahome, y el Rosario también conocida también como "La Charis" en la comunidad de Juan José Ríos. Este último caso, confirmado el lunes, eleva a 26 el número de asesinatos por odio contra personas LGBTTTIQ+ en el estado desde 2013, según datos del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio.
El asesinato de Charis, una mujer trans encontrada sin vida en su domicilio tras sufrir una agresión brutal, ha provocado una profunda indignación entre colectivos LGBT+ y organizaciones defensoras de derechos humanos. Las agrupaciones exigen que el caso sea investigado con perspectiva de género y diversidad, y se clasifique como un crimen de odio motivado por su identidad de género.
"Le arrebataron la vida. Le arrebataron su dignidad. Y con ello, intentaron también arrebatarle el derecho a ser recordada con respeto", expresaron en un comunicado conjunto las organizaciones Che Ríos Diverso, Ahome Diverso, Sinaloa + Incluyente A.C. y Sabuesos Guerreras.
Los colectivos denunciaron que la violencia que acabó con la vida de Charis no es un hecho aislado, sino el reflejo de un sistema que normaliza el odio hacia las personas trans. "Quienes mataron a Charis no actuaron solos", señalaron, aludiendo a la complicidad de instituciones y autoridades que, mediante la omisión y la inacción, perpetúan esta violencia estructural.
"El Estado calla. Las instituciones no actúan. Los medios siguen borrando identidades. Y muchas personas continúan agrediendo, insultando y negando derechos cada día", denunciaron.
Además de justicia, las organizaciones exigieron a los medios de comunicación que respeten la identidad de género de las víctimas y eviten prácticas revictimizantes que invisibilizan su humanidad y refuerzan la discriminación.
"El gobierno debe asumir su responsabilidad frente a esta violencia sistemática", afirmaron. También demandaron políticas públicas efectivas que garanticen una vida libre de violencia, con acceso a justicia, salud, trabajo y reconocimiento pleno de derechos para todas las personas trans y LGBTIQA+.
"Charis tenía una historia, una vida, sueños. No murió: a Charis la mataron. Y el silencio también es cómplice", concluye el pronunciamiento.