El pasado 12 de julio de 2025, la Unesco inscribió oficialmente la Ruta Wixárika por los Sitios Sagrados a Wirikuta en la Lista del Patrimonio Mundial, reconociéndola como un testimonio vivo de una tradición ancestral que sigue más vigente que nunca
La ruta -una especie de trenza de caminos sagrados que cruza cinco estados del país- ha sido practicada durante generaciones por el pueblo wixárika (conocido también como huichol), y conecta una cosmovisión compleja que abarca templos prehispánicos, arquitectura vernácula, tradición oral, agricultura milenaria y paisajes sagrados.
Este reconocimiento es histórico para México, y no solo por tratarse de su inscripción número 36 en la Lista de Patrimonio Mundial, sino porque es la primera vez en Latinoamérica que se reconoce a una expresión cultural indígena viva como parte del patrimonio de toda la humanidad.
Un corredor biocultural de 500 km
La Ruta Wixárika se extiende a lo largo de 500 kilómetros desde Nayarit, Durango, Jalisco, Zacatecas y San Luis Potosí, y comprende 20 sitios sagrados, cada uno con un significado profundo en la espiritualidad y los rituales del pueblo wixárika.
Entre estos puntos se encuentran lugares como Tatei Jaramara, Huaxa Manaka, Tuapurie, Tatei Nihuetúcame, Tatei Matiniere, y Wirikuta, el corazón espiritual de esta red de peregrinación.
A lo largo del trayecto, se realiza una serie de rituales destinados a conservar la armonía entre las personas, el maíz, los ciclos naturales y las deidades que, según la cosmovisión wixárika, gobiernan esos elementos.
La Unesco otorgó la distinción como Bien en Serie, basándose en dos criterios culturales:
Mucho más que una ruta sagrada
La Ruta Wixárika integra no solo caminos de peregrinación, sino también templos prehispánicos (tuquipa), sistemas agroforestales, arquitectura ancestral y saberes sobre el maíz que han sobrevivido desde tiempos mesoamericanos.
Además, está protegida por leyes federales y estatales, entre ellas el Plan de Justicia de los Pueblos Wixárika, Na?ayeri, O?dam y Meshikan (2022), así como un decreto de 2023 que reconoce y salvaguarda estos espacios sagrados a través de una Comisión Presidencial.
Este reconocimiento no solo honra la historia, también protege el presente y futuro de un pueblo que, con sus caminos y saberes, sigue enseñándonos cómo caminar en equilibrio con la tierra.