El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este miércoles la designación de Antifa, el movimiento antifascista de carácter descentralizado, como organización terrorista, una decisión que ha generado un fuerte debate político y jurídico en el país.
De acuerdo con la Casa Blanca, la medida busca "proteger la seguridad nacional" frente a lo que Trump describió como "grupos violentos que buscan desestabilizar a Estados Unidos desde dentro". Trump aseguró que Antifa ha estado involucrado en disturbios, ataques a la propiedad y enfrentamientos con la policía durante protestas en distintas ciudades.
La designación abre la puerta a que las autoridades federales congelen activos, refuercen la vigilancia y presenten cargos más severos contra individuos vinculados a la organización. Sin embargo, expertos legales advirtieron que el movimiento Antifa carece de una estructura jerárquica o liderazgo formal, lo que complica la aplicación práctica de la medida.
El anuncio fue recibido con respaldo por sectores conservadores que desde hace años señalan a Antifa como responsable de violencia durante protestas contra el racismo y el supremacismo blanco. En contraste, organizaciones de derechos civiles acusaron a Trump de criminalizar la protesta social y de intentar equiparar a grupos antifascistas con organizaciones extremistas que sí tienen capacidad armada y redes internacionales.
La decisión ocurre en un contexto de alta polarización política y social en Estados Unidos, donde las medidas de seguridad y las libertades civiles suelen chocar en el terreno del debate público.