Chapulines: sabor ancestral que gana nuevos consumidores

Los chapulines, saltamontes comestibles, son uno de los alimentos más representativos de la gastronomía de Oaxaca, con un consumo que se remonta a la época prehispánica. Su presencia es especialmente fuerte en los Valles Centrales, donde se recolectan durante la temporada de lluvias y se preparan tostados con sal, ajo, limón y chile. Pero también llegaron a Nogales donde los niños son los que más compran este producto. Además de su valor cultural, los chapulines destacan por su alto valor nutricional. Estudios de la UNAM señalan que los insectos comestibles, entre ellos los chapulines, contienen altos niveles de proteína, además de minerales como calcio, hierro y zinc, con un menor impacto ambiental frente a la ganadería tradicional. En términos de consumo, México es uno de los países con mayor diversidad de entomofagia: se han documentado más de 500 especies de insectos comestibles, y los chapulines representan cerca del 13 % (Fuente: Universidad Politéctica de Francisco I. Madero) de las especies más consumidas, según investigaciones académicas sobre alimentación tradicional. Aunque la población natural de chapulines en zonas agrícolas es muy amplia, solo una pequeña fracción se aprovecha para consumo humano, ya que gran parte se considera plaga agrícola. Aun así, el mercado de insectos comestibles en México ha ido en aumento. Un artículo publicado en Food (revista académica) y estudios citados por organismos académicos y de divulgación científica estiman que este mercado alcanzó alrededor de 50 millones de dólares en 2022, con un crecimiento anual cercano al 10 %, impulsado por productos tradicionales como los chapulines. Así, los chapulines no solo representan una botana típica, sino un alimento con peso histórico, valor nutricional comprobado y un potencial económico que comienza a trascender lo local sin perder su identidad cultural.