Un informe realizado por FESAC y El Colegio de la Frontera Norte, con apoyo de Comunalia y Signos Vitales, analizó entre enero y marzo de 2025 las necesidades de salud de mujeres migrantes en Nogales, Sonora. El estudio se llevó a cabo en albergues y viviendas rentadas. Se encuestaron 37 mujeres migrantes de 18 a 49 años y se entrevistaron 8 actores clave del ámbito social y sanitario. En total, se recopilaron datos de 122 personas, incluyendo mujeres, 70 hijos/as y 15 parejas, con el objetivo de identificar barreras para acceder a servicios médicos y psicológicos, así como las iniciativas de colaboración entre instituciones. Aunque la presencia de mujeres en los flujos migratorios mexicanos ha crecido de forma sostenida en la última década, las estadísticas, diagnósticos y políticas públicas siguen centradas en hombres jóvenes. Este vacío informativo deja en la sombra a miles de mujeres y niñas que cruzan México buscando refugio, seguridad o reunificación familiar. Expertos en derechos humanos señalan que la salud de mujeres migrantes no se documenta de manera sistemática, sobre todo en la frontera norte. No hay registros completos de embarazos, violencia sexual, acceso a medicamentos, vacunación infantil ni seguimiento pediátrico. La razón es estructural: los sistemas de salud no preguntan si una persona es migrante, por lo que miles de atenciones quedan fuera de los reportes oficiales. Organismos internacionales alertan que la presencia femenina también modifica los riesgos. Datos del Banco Mundialmuestran que para 2020 alrededor del 49 % de las personas migrantes originarias de México y Centroamérica eran mujeres o niñas, lo que comprueba que la migración ya no puede analizarse únicamente desde un enfoque masculino. La migración mexicana ya cambió. Las políticas todavía no. Y sin datos completos sobre mujeres y niños, el fenómeno seguirá siendo contado a medias.