La información que se genera a diario en las redes sociales puede ser falsa en todos los temas y comunidades, en México se usa en un alto porcentaje y no hay nadie que regule este problema.La información que podemos consumir en las redes sociales pueden ser falsas y con ello ocasionar varios problemas tanto en lo individual como en la comunidad en general. Una encuesta realizada por la Universidad Autónoma de México (UNAM), concluyó que el 90 por ciento de los encuestados recibieron noticias falsas sobre el Covid-19 por medio de WhatsApp y el 88 por ciento a través de la red más popular Facebook. La desinformación puede acarrear graves problemas ya que puede convertirse en una herramienta poderosa que influya en cierta parte de la sociedad y pueda afectar el estado de ánimo o crear pánico, pero también puede restar credibilidad de una persona o empresa. En una encuesta mundial México se encuentra en tercer lugar con el 87 por ciento abajo de Filipinas con 89 por ciento y Perú con el 88 por ciento como los países con población que más consumieron información falsa en el 2022.
La forma de comunicación en la actualidad definitivamente ha cambiado, las redes sociales se han convertido en la nueva plataforma de la información, los medios convencionales han perdido el monopolio de la distribución de la noticia, aunque los mimos medios ya existente con una gran trayectoria de décadas migraron al internet, han dejado de ser los favoritos, el público sigue a personajes o grupos de periodistas que en una forma más informal comunican a la sociedad sobre los diferente hechos e información que se genera en el momento. Pero no hay regulación y en algunos casos ninguna censura. En un estudió de Kaspersky Corpa arrojó que un tercio de los latinoamericanos utilizan únicamente las redes sociales para estar informados a diario y el 17 por ciento lo hace a través de paginas en la web de medios de comunicación tradicional Los mexicanos son los que más los usan con este propósito con un 35 por ciento seguidos de los brasileños con un 33 por ciento y los chilenos con un 32 por ciento.