La idea de que omitir el desayuno ayuda a bajar de peso sigue siendo popular, pero la evidencia científica muestra un panorama distinto. Diversos estudios indican que saltarse el desayuno no garantiza adelgazar y, en muchos casos, se asocia con mayor riesgo de sobrepeso y problemas metabólicos. Un meta-análisis de 45 estudios, publicado por la Nutrición en Salud Pública, encontró que las personas que no desayunan con regularidad tienen 48 % más probabilidad de presentar sobrepeso u obesidad y 31 % más riesgo de obesidad abdominal, en comparación con quienes sí desayunan . Otro análisis similar concluyó que saltarse el desayuno al menos tres veces por semana incrementa en 11 % el riesgo de sobrepeso y obesidad. En adolescentes, la relación es aún más marcada. Investigaciones reportan que quienes omiten el desayuno presentan hasta 43 % más riesgo de obesidad. Aunque algunos ensayos clínicos controlados muestran que dejar de desayunar puede generar una pérdida de peso modesta, de alrededor de 0.5 kilos a corto plazo, los autores aclaran que no hay cambios significativos en el porcentaje de grasa corporal, lo que cuestiona su efectividad real como estrategia para adelgazar. Especialistas coinciden en que el factor clave para bajar de peso no es saltarse una comida, sino el balance total de calorías y la calidad de la dieta diaria. En ese contexto, el desayuno no es obligatorio para todos, pero tampoco es una solución mágica para adelgazar.