La promesa de la inteligencia artificial (IA) para impulsar economías, mejorar servicios públicos y ampliar oportunidades está siendo opacada por un riesgo creciente: que esta tecnología profundice las desigualdades que el mundo tardó décadas en reducir
Así lo alerta un nuevo análisis del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que advierte que la brecha entre quienes pueden usar la IA y quienes apenas empiezan a conectarse al mundo digital podría convertirse en la nueva línea que divide al planeta.
Mientras algunos países desarrollan chips avanzados, centros de datos y programas educativos para formar especialistas, otros aún intentan garantizar algo tan básico como que sus ciudadanos tengan acceso estable a internet.

Esa diferencia de partida, según el PNUD, es el principal riesgo: si los gobiernos no actúan, la IA puede convertirse en un multiplicador de desigualdades económicas, tecnológicas y de acceso a servicios
Asia y el Pacífico, un laboratorio de contrastes
La región más poblada del planeta es también la que más rápido está empujando la frontera de la IA. China concentra casi el 70% de las patentes mundiales de esta tecnología y en seis economías de la zona surgieron más de 3,100 empresas jóvenes dedicadas a IA.
El PNUD estima que esta revolución podría añadir hasta dos puntos al crecimiento económico anual de la región.
Sin embargo, el mismo territorio que innova también muestra las grietas más profundas: países con infraestructura poderosa conviven con otros que aún luchan por alfabetizar digitalmente a sus ciudadanos.
Trabajos en riesgo y desigualdades que podrían ampliarse
Uno de los puntos más delicados del informe es el impacto laboral. La automatización -cuando tareas humanas son reemplazadas por software o máquinas- amenaza desproporcionadamente a mujeres y jóvenes.
Según el PNUD:

Así como comunidades rurales e indígenas están subrepresentadas en los datos que se usan para entrenar algoritmos, lo que incrementa el riesgo de decisiones injustas
¿Puede la IA mejorar gobiernos? Sí, pero no para todos
El informe resalta que la IA ya está transformando servicios públicos en países que cuentan con la infraestructura necesaria. Bangkok, por ejemplo, utiliza IA para gestionar reportes ciudadanos de forma más eficiente, mientras que Singapur redujo trámites burocráticos para nuevas familias de horas a minutos.
Pero estas experiencias siguen siendo excepciones. La mayoría de los países no cuenta con leyes, regulaciones ni equipos capaces de supervisar los riesgos de la IA, como la filtración de datos o los sistemas que toman decisiones sin transparencia.

Para 2027, el PNUD calcula que más del 40% de las violaciones de datos en el mundo podrían estar vinculadas al mal uso de IA generativa
Una transición que exige nuevas capacidades
Más allá de la infraestructura tecnológica, el PNUD subraya que la competencia real será la capacidad de cada país para formar especialistas, regular la tecnología y garantizar que su uso no excluya a sectores enteros de la población.
En palabras de sus investigadores, la IA puede ser una palanca para el desarrollo o una barrera infranqueable, dependiendo de las decisiones públicas que se tomen hoy.
