El río volvió a correr y con él, también la esperanza, después de una década de sequía que obligó a cambiar la tradición por necesidad, este 21 de septiembre el pueblo Mayo de Navojoa pudo, por fin, volver a bañar a San Juan Bautista en las aguas vivas del Río Mayo.
Durante más de diez años, el cauce seco obligó a que uno de los rituales más sagrados de esta cultura originaria se realizara en una alberca improvisada, junto a la iglesia tradicional de Pueblo Viejo. Pero la llegada de las lluvias recientes, aunque en algunos casos trajo estragos, también dejó un regalo que vale más que el oro para esta comunidad: agua.
Desde el templo tradicional descendieron los fiesteros con las tres banderas sagradas: la de Cristo, la de San Juan y la de la Virgen María, al llegar al margen del río ahora lleno, reverdecido, se sumergió al santo en un acto cargado de gratitud y esperanza.
"Es una bendición para nosotros. El río había muerto y hoy volvió a vivir", dijo emocionado Manuel Maldonado, Cobanaro Mayor y rezador principal de Pueblo Viejo. "Esto no solo es agua: es trabajo, es alimento, es el corazón de nuestro pueblo".
La última vez que San Juan tocó el río fue hace más de diez años, la ceremonia se adaptó a las condiciones impuestas por la naturaleza, sin perder su esencia, pero sí su lugar sagrado.
"El río estuvo seco tanto tiempo que los niños más pequeños nunca habían visto este ritual en el agua. Hoy fue una lección viva de lo que somos y de lo que no estamos dispuestos a perder", comentó una mujer mayor, con lágrimas en los ojos.
Las lluvias, permitieron el retorno del agua al cauce, y con ella, también regresaron las plegarias al río, los cantos, los rezos, y la esperanza de un mejor ciclo agrícola.
Para la comunidad Mayo, el regreso del agua no solo reaviva la tradición, sino que también representa un alivio tangible para el campo, de donde viven cientos de familias. El agua vuelve a ser promesa de cosechas, de jornales, de sustento.