Imagina que eres una adolescente que va entrando a los 18 años, en casa hace falta comida, se deben los servicios y tu hace mucho tiempo que no sabes que es comprar un par de zapatos o ropa nueva.
Quieres ayudar, buscas un trabajo, pero por tu edad y falta de experiencia no te contratan y los que te ofrecen una oportunidad te pagan una miseria, que no alcanza para nada.
Mientras más pasa el tiempo, faltan más cosas en casa y la desesperación se apodera de ti, por la falta de empleo decides vender algunas cositas por internet, te conviertes en eso a lo que llaman "Neni" y parece que todo comienza a fluir, pero te das cuenta algunos "Clientes" son estafadores y que con cada entrega te pones en riesgo, pues nunca tienes la certeza de con quien te vas a encontrar.
Sin embargo las mismas redes sociales te ofrecen otra opción, más segura, más "cómoda" y sobre todo redituable, sólo necesitas, un celular con cámara, quitarte la pena y la ropa, pues el mercado de quienes quieren ver tu cuerpo es basto y dispuesto a pagar lo que sea por hacerlo.
Esta es la realidad del creciente número de mujeres jóvenes que han encontrado en la venta de contenido sexual una salida a la cual las autoridades no han volteado a ver.