En Puebla, los ríos que cruzan la ciudad y la zona metropolitana, como el Atoyac, el Alseseca y el Rabanillo, se han convertido en un foco rojo no solo por su contaminación, sino por el riesgo de desbordamientos, especialmente durante la temporada de lluvias.
Uno de los casos más recientes es el Río Rabanillo, que atraviesa colonias del sur de la capital y San Pedro Cholula, vecinos han denunciado malos olores, aguas negras y basura acumulada, pero lo más grave es que se han detectado descargas industriales ilegales. Tan solo en 2022, la Comisión Nacional del Agua clausuró varias empresas textiles por verter residuos sin tratar, generando espuma y coloraciones anormales en el cauce.
A esto se suma el riesgo de desbordamientos; en días recientes, el Rabanillo creció por encima de su nivel normal y provocó afectaciones viales en Camino Real a Cholula y encharcamientos severos en Zavaleta y Forjadores, Protección Civil identificó al menos 10 puntos críticos que podrían colapsar con lluvias intensas, y ha llamado a reforzar bordes y desazolvar con mayor frecuencia.
Según el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de San Pedro Cholula, (SOSAPACH), más de 16 empresas han sido señaladas por contaminar el río, algunas incluso fuera del municipio. La Conagua y el gobierno estatal aseguran que seguirán con inspecciones y sanciones, pero los vecinos afirman que eso no basta; por su parte la Secretaría de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial informó la clausura de 2 empresas textiles y 1 lavandería por vertido de contaminantes en el Río Rabanillo.
Organizaciones ambientalistas exigen medidas más contundentes: infraestructura de drenaje pluvial, monitoreo constante y una estrategia real de limpieza, porque de lo contrario, el Rabanillo podría convertirse en un riesgo permanente para miles de personas.