Una vez más, la imprudencia al volante dejó una estela de dolor en las calles de Puebla. El 26 de noviembre, un conductor de un Nissan March, presuntamente en estado de ebriedad, circuló en sentido contrario por el barrio de Santiago, embistiendo a un motociclista y huyendo del lugar, dejando a su víctima herida de gravedad. A semanas de los hechos, no ha habido justicia, y las autoridades no han logrado dar con el responsable.
La víctima fue identificada como Santiago, estudiante de la BUAP y repartidor por aplicación, quien utilizaba su moto para solventar sus gastos. Tras el impacto, Santiago quedó gravemente lesionado y desde entonces su familia ha emprendido una campaña para localizar al responsable, mientras su estado de salud continúa comprometido.

La comunidad y sus seres queridos claman por respuestas, pero también por acciones que frenen una tendencia que no da tregua en la capital. Según cifras de la Secretaría de Salud federal, entre el 1 de enero y el 2 de agosto de 2025, se registraron 596 atropellamientos en Puebla,
Este contexto muestra que los casos como el de Santiago no son aislados, sino parte de una crisis persistente de seguridad vial, cada día que pasa sin justicia es una segunda herida para Santiago y su familia. La imprudencia al volante no es un "accidente": es una decisión que destruye vidas, deja familias fracturadas y siembra miedo en una ciudad donde peatones y motociclistas continúan siendo vulnerables ante el tráfico descontrolado.